Cine Qua Non / Kaurismäki y Anderson

AutorRicardo Pohlenz

Existen perspectivas venidas del remoto decimonónico sobre el retrato de sociedad y mundo. Indicadores que se sirven de Balzac o Zola para lugar y modo. Según se ha podido comprobar, las fórmulas del melodrama heredado de tales rigores y funciones son efectivas cuando se trata de retratar a ricos o pobres.

Por más intentos, lo que queda en medio no sirve demasiado para una historia. Los gringos lo han intentado, en aras de una medianía universal de consumo, y lo único que han conseguido es vender coca-cola.

Es casi escandalosa la proyección mundial alcanzada por un cineasta como Wes Anderson, quien retrata las mínimas tragedias de una clase dominante en pos de sentido. Dadas a complacencias, lejos de una resistencia política que no dejó de ser en otro tiempo moda entre niños bien, sus películas son retrato y alegoría de la condición humana, cuentos sobre el desarraigo que sólo son atractivos cuando hay dinero de por medio (o no lo hay del todo).

En el otro extremo, como una elección también arbitraria, brilla Aki Kaurismäki, realizador finlandés convertido en referente pop gracias a la peculiaridad descarnada de su cine, dado a un mínimo de recursos líricos y de acción (desde lo que es el movimiento de cámara hasta el trabajo de los actores). Igual, sus películas son retrato y alegoría de la condición humana, cuentos sobre el desarraigo que sólo son atractivos cuando no hay dinero de por medio (o lo hay de más).

En los dos casos, el humor salta accionado por los mecanismos de un absurdo existencial, de una gesta en pos de sí...

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