Cine Qua Non / Los 'hijos' de Kubrick

AutorRicardo Pohlenz

Este asunto de la mirada (descubierto y descrito por los franceses en los años 60 para dar la posibilidad de una autoría dentro de un oficio que se llama a sí mismo industria) supone uno de los malestares obvios dentro del cuadro sintomático que define al cine contemporáneo: el cine de autor. Pero, no puede achacársele toda la culpa a los franceses.

En cuanto a cine, la idea de autor se desdibuja entre el glamour de los tiranos hollywoodenses de antaño y la propuesta literal de sus nuevos transgresores, para ser explotado de manera mediática como un coctel de moda, potable en su extravagancia, lo que nos dio monstruos como Stanley Kubrick, farsante genial que dio pie, en cuanto a referente canónigo, a nombres como Steven Spielberg, Oliver Stone o Lars Von Trier, todos ellos sus hijos en cuanto vedettes autopromocionadas de la idea de hacer cine.

Más allá de saber hacer un acontecimiento de cada una de sus películas, el gran mérito que tuvo Kubrick fue conseguir un estándar formal. Un monstruismo retórico dado a lo espectacular en su trampa, como atracción de circo, que diera la sensación de ser "propositivo" dentro de un discurso que no dejara de ser leído y comprendido con facilidad (y que pudiera despertar la suficiente controversia). Fórmula que ha sido asumida por sus herederos como un estándar mediatizado con adorno subversivo.

Entregado al homenaje póstumo, Spielberg insiste en los valores libertarios de denuncia que hicieron a Kubrick, como una forma de retórica que resulta efectiva tanto en los momentos "por verse" que hay en una producción, como en los mecanismos que la hacen lucir como algo más allá de lo convencional: una receta más que un estilo. Esta arrogancia ha producido una forma de manierismo...

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