Una cita con la lectura

AutorREFORMA - STAFF y con información de Beatriz De León, Carlos Rubio, Alberto Armendáriz y Yaotzin Botello

Las ferias libreras alrededor del mundo representan un punto de encuentro para los amantes de la lectura, tanto hacedores del libro como apasionados de la literatura. Un espacio donde confluyen el arte, el mercado y el consumidor, las tendencias y los protagonistas.

En la feria, un autor dará a conocer su obra y, sobre todo, se encontrará con lectores apasionados y con colegas que enriquecerán su labor; un editor se encontrará con clientes y colegas que potenciarán sus negocios, comenta Gabriela Adamo, directora de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

El agente literario Guillermo Schavelzon explica que existen dos tipos de ferias que es imprescindible diferenciar: las dirigidas al público y las exclusivamente profesionales.

"Las primeras son un acto masivo de promoción del libro y la lectura, un evento magnífico que sirve para acercar a los libros a mucha gente que no entra a una librería en todo el año", dice Schavelzon.

Entre éstas, ejemplifica, figuran Guadalajara, Palacio de Minería en el DF, Buenos Aires, Bogotá o Chile.

"Las profesionales son algo muy diferente, es donde los operadores de contenidos, es decir, editores y agentes literarios, nos vemos cara a cara para que unos le digan a otros qué buscan y poder ofrecerlo, al mismo tiempo es la oportunidad que tenemos los agentes para promover a los autores que representamos y que necesitan presentación personalizada", dice. "Cuando se trata de combinar ambos objetivos, siempre la parte dirigida al público desborda a la profesional".

De las ferias profesionales, destacan Frankfurt y Londres.

Para Schavelzon, en las dirigidas al público, un autor se encuentra con sus lectores, o con su público, lo que tiene un valor incalculable, mientras que en las ferias profesionales la presencia de un autor no tiene ningún sentido ni le aporta nada.

Desde su experiencia como director de la Feria del Libro de Madrid, Teodoro Sacristán explica que los beneficios para un autor y un editor son tan diversos que la feria española es una buena oportunidad para todos.

"Convierte al editor en distribuidor y librero a un tiempo, ya que puede exponer su fondo editorial completo en un espacio céntrico y enorme, algo imposible en las librerías. Por otra parte, el librero salva unos meses previos que pueden ser difíciles e incluso agónicos debido a la crisis actual", expresa Sacristán.

"Respecto a los autores, la totalidad de ellos celebran este encuentro con sus lectores, en el que se programa un total de 3 mil 600 actos de firmas de libros en los que se intercambian opiniones entre autores y lectores, y no conozco otro sitio en el que la participación de este tipo de actos, que son muy enriquecedores para autores y lectores, sea tan numerosa".

Como directora de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, Diana Rey señala que en el caso del evento colombiano los beneficios son grandes, ya que es un lugar para conocer el mercado de todo el continente.

"Un editor puede encontrar todo el mercado disponible en América Latina en la feria de Bogotá. Además, como es una feria con doble vocación, tiene la posibilidad de grandes ventas al detalle, así como de negociaciones con los grupos de bibliotecarios, agentes, scouts y otros editores de todo el mundo", comenta Rey.

"Para los autores, el beneficio es la alta asistencia, y la garantía de que tendrán una visibilidad de gran impacto. Las firmas en la feria suelen durar horas, y un autor que venga a Bogotá es un autor que consigue nuevos miles de lectores".

Sobre si las ferias siguen siendo importantes en estos tiempos de Internet, Adamo opina que no existe una competencia.

"Los hábitos de lectura van mutando, pero la fiesta del encuentro con otros lectores, con autores y con la gran oferta de libros que ofrecemos sigue sin tener competencia.

"Nuestro objetivo es que la feria sirva para despertar el apetito de lectura o abrir puertas a nuevas lecturas en el millón de personas que nos visitan", concluye.

Para Yeana González, de Ediciones B México, entre los beneficios de participar en ellas está entrar a una dinámica de autopromoción; y, al carecer de medios privados o estatales que fomenten la industria, las ferias sirven para exponer su fondo y a su posible lector a su oferta de lectura.

En cuanto a beneficios económicos, González asegura que no los hay.

"Es difícil recuperar la inversión en una feria donde llevas autores, donde pagas un espacio y contratas personal que lo atienda. Apuestas a recuperar tu inversión como primer objetivo", dice.

Para que las ferias libreras sean más redituables y útiles para promover el libro y la lectura, sobre todo en un país como México, González recomienda no obstaculizar los canales de venta y adecuar la promoción de este tipo de ferias (cuando son nacionales) en las plataformas correspondientes, que cada estado asigne su presupuesto real y no un presupuesto filtrado, invitar a nuevos autores y no a los mismos que están en la cúpula de la política cultural, y fomentar los programas de lectura infantil.

La poeta y editora mexicana Jeannette Clariond señala que en los eventos libreros también puede encontrarse paz, conocimiento y reflexión.

¿Qué hay en una feria de libros además de libros?, se pregunta la editora de Vaso Roto.

"Tinta, hay que buscar libros bien editados, buenas traducciones, buenos títulos, saber qué se está diciendo en otras partes del mundo".

Clariond destaca los beneficios de participar en estos encuentros, pero también los inconvenientes que representa para las editoriales.

"Los pequeños editores siempre debemos pensarla dos veces, no porque no nos interese, nos debemos a todos los lectores, sea que estén en Acapulco, Hermosillo o Mérida. Nos significa un gasto, y eso debemos pensarlo", aclara.

"Pero hay ferias en México determinantes que nos ayudan a darnos a conocer, y quiero hacer hincapié, en este mundo. Nosotros no podemos operar con las reglas del mercado, esto es, lo global. Hay editoriales que lo hacen. En nuestro caso, ofrecemos los libros en los que pusimos nuestra fe. ¿Se van a vender bien? No lo sabemos. Pero los vamos a dar a ver. A eso vamos, y para eso trabajamos, y mucho".

Clariond comparte también su experiencia como lectora.

"La FIL es una delicia para visitar, y esto lo he venido haciendo desde siempre, no ahora como editora. Y, Minería, ¿por qué? Por la selección. Si haces un viaje sólo por ese motivo, debes sentir que ha valido la pena. El año pasado me encontré en Guadalajara a un chico, David Martínez, a quien había visto hacía un mes en Chihuahua, en una lectura en Filosofía y Letras. '¿Qué haces?', le pregunté. 'Vinimos en autobús a la FIL'", narra.

"Lo vi recorrer los stands, con una hoja en la mano, recorriendo las naves, preguntando por autores; chicos con sed, y, claro, alumnos de un gran maestro que seguro instigó en ellos el amor por el libro".

Los defectos

Más allá de su función como festivales culturales, que es así como resultan atractivas para el público que acude a los conciertos, a las presentaciones y conferencias, a ver cuentacuentos, etcétera, antes que a buscar y...

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