La Ciudad y el Crimen / Giuliani y el absurdo

AutorRafael Ruiz Harrell

Los términos del acuerdo suscrito entre el Giuliani Partners Group y el Fideicomiso Ciudadanos Aliados por la Seguridad Pública constituyen un secreto celosamente guardado. Se sabe, sí, que a cambio de cuatro millones trescientos mil dólares -poco más de 45 millones de pesos-, el equipo del ex alcalde de Nueva York le prestaría asesoría a la Secretaría de Seguridad Pública del DF. Lo que se ignora era a qué fin debían servir las sugerencias que presentaran. Las hipótesis que pueden manejarse, dado lo que se sabe, no aclaran la duda.

Primera hipótesis

Lo primero que se antoja suponer es que Giuliani fue contratado para hacer un diagnóstico de la criminalidad y de la policía del DF y, con base en él y en nuestro orden jurídico, presentara algunas propuestas sobre cómo combatir la primera y modernizar la segunda.

Si ese era el propósito no podría haberse elegido peor ayuda que la de Giuliani. Las razones son muy numerosas: ninguno de los miembros del grupo neoyorquino sabe una palabra de español o tiene idea alguna de nuestro derecho penal. Ninguno conoce tampoco la historia, tradiciones, órdenes y desórdenes de nuestra ciudad, así que era absurdo pensar que podrían precisar qué debe hacerse para abatir nuestra delincuencia.

A un año de distancia resulta evidente, además, que ni siquiera lo intentaron. Unos cuantos miembros del equipo vinieron en tres ocasiones al DF, nunca por más de tres días, para hablar con algunos comandantes o recoger documentos que habían solicitado. No hay mejor prueba del desinterés que la conducta del propio Giuliani. En viaje de trabajo vino una sola vez, allá a mediados de enero; estuvo aquí sólo algunas horas; recorrió a toda velocidad algunas avenidas en medio de un aparato de seguridad aterrador e impresionante y apenas tuvo tiempo de comentar con descaro: "Puedo ver y sentir la inseguridad".

El documento final, que por supuesto está en inglés porque no se les ocurrió ni siquiera traducirlo, no presenta sorpresa alguna. Todo en él es obvio y predecible, ya que se reduce a una sola recomendación: hagan lo que hicimos nosotros. Sugieren unificar a la policía capitalina, o sea a la judicial y a la preventiva, por la sencilla razón de que así funciona la policía neoyorquina; endurecer las penas para los delitos menores, porque eso fue lo que hicieron; mejorar las estadísticas porque así trabajaron allá; reformar la incómoda figura del ministerio público porque nunca lograron entenderla y, sobre todo, soltar a la...

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