La Ciudad y el Crimen / Justicia de menores

AutorRafael Ruiz Harrell

Desde hace tiempo se viene gestando una reforma legislativa en materia de menores infractores. Así se lo disfrace, el punto fundamental siempre ha sido el mismo: se quiere que los menores sean juzgados de manera similar a los adultos y sometidos a las mismas penas.

Durante algunos años el conflicto se centró en la edad penal. Los promotores de la reforma insistían en que debía reducirse porque era la única manera de sancionar a los menores infractores. La afirmación revelaba el dogma: se creía que el único castigo posible era aplicar las penas consagradas en el código penal. Se decía que los "tratamientos" que reciben del Consejo de Menores -o de las instituciones que lo precedieron-, no eran propiamente sanciones y de ahí que el problema siguiera creciendo en lugar de disminuir. Si se bajaba la edad penal, los menores podrían ser juzgados en los tribunales penales, en la inteligencia que después podrían cumplir su pena en establecimientos especiales. A esto se sumaba un argumento irrefutable: los menores infractores tenían plena conciencia de sus actos y sabían con toda claridad, sobre todo en los casos de delitos mayores, qué estaban haciendo. ¿Quién decía que no eran responsables?

Respuestas

Los procuradores y jefes de policía defensores de la idea de reducir la edad penal encontraron muchas objeciones que no pudieron refutar. Una era que el "tratamiento", sobre todo el que ocurría en internación, era en verdad una sanción. Que no fuera decidida por los jueces penales o conforme al código en la materia era irrelevante: los menores recibían su castigo.

Además ¿a qué tanto defender el sistema aplicado a los adultos si es menos eficaz que el procedimiento seguido en el caso de menores? En los adultos se suben las penas, se retaca las cárceles y la delincuencia sigue creciendo como si nada. En cambio los casos de actos antisociales cometidos por menores disminuyen. De 1961 a 1980 se registraron en el DF, en promedio anual, 4 mil 561 delitos por cada cien mil adultos y sólo 99.2 por cada cien mil menores. De 1981 al 2000, la tasa de adultos subió a 6 mil 268 y la de menores disminuyó a 79.4. Del 2001 al 2004 el promedio anual de los adultos subió a 6 mil 611 delitos. El de los menores bajó a 49.3 ¿Qué se ganaría incorporándolos al sistema de los adultos?

La afirmación de que son responsables porque saben claramente cuáles son las consecuencias de sus actos y pueden distinguir el bien del mal es absurda, tanto en relación a los menores como en...

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