Ciudad de la Nostalgia/ Las mil historias de Lecumberri

AutorAlberto Barranco Chavarría

Primera de tres partes

Algunos dicen que está sepultada entre las lozas del brillante mármol; otros que está oculta en las páginas de los 78 mil 274 volúmenes que integran, literalmente, las páginas de la historia de México. Hay quien se atreve a decir, incluso, que está apandada en una oscura celda de los sótanos, a donde no llegan las mesas de trabajo o el impertinente hurgar de los investigadores. Lo cierto es que una historia de horror, miseria y basura se encuentra desaparecida...

¿Quién será el valiente que se atreva a indagar por ella entre las paredes frías, la fachada almenada, la puerta de cedro de la fortaleza, la torre panóptica, las habitaciones, los sótanos de lo que hoy es el Archivo General de la Nación? Y sin embargo, cualquiera de ellas le diría en susurro que Lecumberri está ahí. Que todas las noches, pese al fragor inmisericorde de los años, lloran sus gritos y apesta su miseria.

El viejo Palacio negro está vivo.

No importa que hace veinte años se instalara en él, curiosa cosa de la vida, la memoria de la nación. No importan los largos meses que se llevó la expulsión de las 2 mil ratas y las 20 mil chinches y los 100 millones de pulgas. No importan las gruesas capas de pintura blanca que cubrieron la humedad, la sangre y la historia escrita en carbón. No importa el cierre de los temibles apandos, inundados de aguas negras, maldiciones, impotencia y patadas, o el silencioso traslado de los huesos que cobijaba su suelo.

Mientras haya un hombre que recuerde el qué y el cómo de las torres de vigilancia en forma de polígono, desde donde partían las temibles crujías; mientras alguien cuente de la infamia de las celdas de castigo; del asesinato cobarde del Presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez; del toque de rancho; de los crímenes nocturnos; de la corrupción, del estupro, del asesinato de la dignidad humana y de la cara de la locura de Higinio Sobera de la Flor, Lecumberri no podrá morir, en lo que un día fue está hoy el Archivo General de la Nación.

El 29 de septiembre de 1900, hace justo 100 años, los científicos del gabinete del Presidente Porfirio Díaz estaban de fiesta. Después de 15 años de lucha contra la adversidad, la naturaleza y el destino, había concluido al fin su mejor obra: la Penitenciaria de la Ciudad de México. Doña Carmelita Romero Rubio de Díaz metía sus lágrimas entre el brazo y el hombro de su marido. Don Porfirio tenía también un nudo en la garganta. Los discursos hablaban de dignidad humana...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR