Ciudad de la Nostalgia/ Mixcoac

AutorAlberto Barranco Chavarría

(Primera de dos partes)

Catarata de ritos idénticos. Salva de recuerdos. Viento de mil ecos. Barrio de pelo tieso de limón, pantalón blanco, mantilla sevillana, chaleco, polvo picante, gladiolas, chocolates, matracas, rocío, visillos, fantasmas y palabras: "Si la compensación pecunaria que yo derivo del cumplimiento de mi obligación no es grande, sí, me compensa ampliamente la conciencia del deber cumplido, y me halaga la esperanza de que vuestra opinión me sea favorable; con ella, con creces quedarán recompensados mis esfuerzos y mis afanes".

Si la entraña nacía en la Plaza Valentín Gómez Farías ("Yo crecí en Mixcoac, un pueblo que hoy es un suburbio de la ciudad de México. Los balcones de mi casa daban a la Plazuela de San Juan. Aunque la infame manía gubernamental le ha arrancado su viejo nombre, todavía están en pie los fresnos eminentes, el solar de muros rosados del siglo XVIII y la pequeña iglesia del XVII. Unos mil metros más allá se encuentra la blanca capilla en San Lorenzo, que es la más antigua del barrio. Es una suerte de palomar para ángeles de juguetería"), el confín alcanzaba el Manicomio General, cuyo constructor en jefe fuera el ingeniero Porfirio Díaz, propietario de una soberbia capaz de retar a la de su padre.

Y si para los ingleses era el Colegio Williams, antigua mansión campestre del jefe de los científicos porfiristas, José Ives Limantur; para los españoles republicanos el Colegio Madrid; para los franceses el Colegio Francés del Zacatito; para los alemanes la Colonia Berlín, y para los árabes la mansión morisca de los Serralde, el asombro era de todos.

Y la memoria.

"Abundaban las villas -recuerda Octavio Paz en sus 'Pasos de una iniciación'-, casi todas de inspiración francesa, construídas al finalizar el siglo pasado y rodeadas de jardines con altos árboles melancólicos. Los jardineros de Mixcoac eran famosos y uno de ellos, obligado a emigrar por los trastornos revolucionarios, ganó reconocimiento y desahogo en Los Angeles. Mixcoac había sido un cacicazgo indígena antes de la Conquista y poseía, en una de sus orillas, una pirámide diminuta como la iglesia de San Juan".

¿Quién podría imaginar al viejo barrio prehispánico bordado de huertas, fresnos, truenos, magnolias y tulipanes, a la vera de los puentes sobre el río Mixcoac? ¿Quién podría retratarlo pleno de milpas, cementeras y ladrilleras? ¿Quién se acuerda cuando la Avenida Revolución se llamaba Mixcoac; cuando había que tomar dos tranvías para llegar del...

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