Claudia Ruiz Arriola / La bala de la dote

AutorClaudia Ruiz Arriola

En las montañas de Albania a principios del siglo XX la tradición obligaba a los padres de la novia a entregar una bala de fusil como parte de la dote. El proyectil simbolizaba el derecho del marido a matar a su mujer si ella intentaba abandonarle pues, una vez casada, la mujer era propiedad del varón y él tenía derecho a tratarla como le viniera en gana (Ismaíl Kadaré, Abril quebrado, Alianza Editorial). Hasta mediados de la semana pasada, en México operaba una jurisprudencia cavernaria muy similar que -bajo el eufemismo de "el ejercicio indebido de un derecho"- permitía al varón usar a su esposa para satisfacer sus apetitos sexuales al margen de la voluntad de ella.

Por fortuna, el pasado miércoles, la Suprema Corte de Justicia de la Nación modificó la ley para tipificar como delito la violación conyugal (Reforma, 17 de noviembre). Poco a poco, las mujeres en este país vamos ganando el derecho a ser tratadas como seres humanos iguales ante la ley. En pocos años el combate al machismo ha tenido enormes avances: primero la decisión de enviar al archivo muerto la epístola de Melchor Ocampo que ponía a la mujer en el papel de damisela en aprietos, desvalida y siempre dispuesta a obedecer al señor de la casa y tenerle listas las pantuflas, la cena, el puro, el periódico y la cama, no fuera a ser que al hombre se le cayera la mano si lavaba un platito; después, la campaña contra la violencia intrafamiliar que busca fomentar la denuncia entre las mujeres que son golpeadas por sus parejas, y la ya mencionada tipificación del delito de violación conyugal.

Varios lectores arguyen que se trata de un nuevo feminismo de puños crispados que busca ponernos a las "viejas" por encima de ellos. Que hay casos de violencia donde la mujer es quien la ejerce, y que nosotras también nos convertimos en arpías, utilizando contra los hombres el poder que por naturaleza ostentamos: el cariño de los hijos. No lo dudo ni poquito: nunca he creído en esa tesis feminista que hace de toda mujer...

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