Argonáutica/ El club de la sífilis

AutorJordi Soler

Alphonse Daudet fue miembro del club de escritores con sífilis. Ocupaba el cuarto lugar en celebridad después de Baudelaire, Flaubert y Maupasant. Nació en 1840. Aunque hoy es un escritor casi desconocido, tuvo en su época relevancia suficiente para que Dickens lo llamara "mi hermanito en Francia". Henry James decía, y además tomó la precaución de escribirlo, que Daudet era "el contador de historias más encantador". También afirmó que era "el más feliz de los novelistas".

Daudet era parte activa de una tertulia literaria semanal donde también participaban Flaubert, Zola, Goncourt y Turgenev. Una vez Turgenev llegó a contarles que acababan de operarlo de algo en el abdomen y que entre el éter y el cloroformo, los anestésicos habituales en 1883, había elegido el primero porque permitía, a diferencia del segundo, estar conciente durante la intervención del cirujano. Turgenev reveló que la imagen que vio cuando el bisturí cortaba su carne fue la de "un cuchillo rebanando un plátano".

Daudet se contagió de sífilis a los 17 años de edad. Para compensar su cuarto lugar en el club de escritores con sífilis, argumentaba -y su argumento contaba con gran aceptación- que la había pescado en territorio literario: en una noche de sexo con una "lectrice de la cour", una mujer que leía en voz alta en las fiestas de la corte.

El primer remedio médico para su enfermedad fue uno a base de mercurio. Para enmarcar ese contagio, que se convertiría en calamidad, citaba un refrán que circulaba durante el Siglo 19 en Francia: "Pasas una noche con Venus y el resto de tu vida con Mercurio".

Daudet había entrado al mundo de Venus a los 12 años; era, además de un experto, un villano que dormía con su mujer, con sus amantes y con las mujeres de sus amigos. Con el tiempo logró sistematizar sus fases de alta atracción por Venus: 10 veces al año, religiosamente, disponía de una noche completa de (así lo decía textualmente) "inmundicia".

En 1885, la enfermedad de Daudet se activó con especial violencia. El doctor Charcot, el más célebre neurólogo e hipnotista de la época, le diagnosticó una neurosífilis que le iría deshaciendo paulatinamente el nervio capital que pasa por la espina. También le advirtió que era un caso perdido. El escritor, después de la advertencia, vivió 12 años más sometiéndose a los más diversos tratamientos. Del mercurio, que fue el número uno, pasó al dos.

Dos. Baños de lodo en una alberca de las afueras de París donde, a juzgar por una fotografía...

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