Cobran amparo a golpes

AutorDalila Sarabia

Las puertas de El Torito se abren y los primeros jóvenes salen con bolsitas de plástico en las que traen sus pertenencias. En fracción de segundos son abordados por los "coyotes".

"¿Cómo te llamas?", "¿quién eres?, "dame tu nombre", les exigen.

Desconcertados, no dudan en proporcionar los datos y luego, como si se tratase de cualquier mercancía, son repartidos.

"Éste es tuyo", "tú vente conmigo", se instruye.

Sin saber qué pasa, los infractores liberados son informados de las cantidades a pagar si se quieren ir. Es el costo del amparo, un documento que ni ellos ni sus familires solicitaron.

Luis, de 21 años, admite que se equivocó al haber tomado de más y manejar.

Sin embargo, reprocha que la autoridad tolere o esté coludida con los "coyotes" que operan a las afueras del Centro de Sanciones Administrativas, popularmente conocido como El Torito.

"Es un abuso... todo lo planean desde la madrugada", afirma el joven.

"Ellos sí se ponen de acuerdo, quizá hasta les dan una parte (de dinero). Desde adentro nos escogen".

Hace unas semanas, Luis fue detenido en un retén del alcoholímetro mientras circulaba por Eje 2 y Eje Central.

La prueba reveló que tenía dos décimas arriba del nivel permitido.

"Nos levantaron (al otro día) como a las ocho de la mañana y nos formaron. Éramos como 20 y nos dicen 'les sacaron un amparo'. Nos hicieron firmar un documento, pero nunca te dicen qué es el amparo y que te van a cobrar... ni siquiera te dejan leerlo", narró el joven en entrevista.

"Como fui el último (de todos los liberados), se me acercaban queriéndome amenazar y me decían '¿vas a pagar o no?'".

Él siguió caminando hasta que lo alcanzó un hombre que lo golpeó por no querer pagar.

"Luego una señora se me acercó y me dijo 'ya para que te vayas dame tu chamarra y tus tenis'", recordó el joven.

Intentó volver a entrar a El Torito y el guardia le recomendó llegar a un acuerdo con ellos.

REFORMA constató que lo que le pasó a Luis no fue un caso aislado, sino un modus operandi.

Afuera de la instalación, una decena de hombres y mujeres aguardan a que las puertas se abran. Tienen libretas en las manos en las que se observa una lista de nombres.

"¿Tiene a alguien detenido?", te preguntan apenas cruzas la calle y antes que logres tocar la puerta.

No importa qué nombre digas, en sus listas verifican si está adentro. Datos a los que sólo pudieron acceder con el apoyo de las autoridades del Centro de Sanciones o de los juzgados.

Durante los recorridos se observó que ni...

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