Colaborador Invitado / Comida chatarra, otra adicción

AutorColaborador Invitado

Alejandro Calvillo Unna

Director de El Poder del Consumidor, A.C. Miembro del Consejo Consultivo del Consumo de Profeco, de la Red por los Derechos de la Infancia en México y de Consumers International.

Si algo tienen en común los alimentos y bebidas que predominan en las escuelas, a los que atinadamente hemos dado en llamar en todo el mundo "comida chatarra", es su alto contenido en azúcar, grasas y sal.

No es casualidad que estos alimentos coincidan en contener grandes concentraciones de estos elementos o la combinación de dos o tres de ellos. La respuesta a por qué este tipo de alimentos, los menos recomendables, son los que más se publicitan a los niños y con los que se llenan las cooperativas escolares está en su carácter adictivo. La adicción a ciertos alimentos que pueden representar un daño para la salud puede ser controlada por la voluntad de un adulto pero no por un niño, "ellos simplemente obedecen a sus deseos o ansiedad por consumir tal producto densamente energético disfrazado de sabor".

David A. Kessler, quien fue comisionado de la Administración de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos (FDA) en las administraciones de George Bush y Bill Clinton, realizó una compilación de investigaciones que confirman que estos alimentos y bebidas generan adicciones similares a drogas fuertes.

Una de las primeras evidencias que Kessler aborda en su libro The end of Overeating, publicado en 2009, es que el consumo de azúcar, grasas y sal nos hace comer más azúcar, grasas y sal. Nos da una respuesta a cuando nos preguntamos por qué no podemos dejar de beber ese refresco o comer esas frituras.

Cuando ingerimos alimentos o bebidas ricos en azúcar, grasa y sal estimulamos nuestras neuronas que son parte del sistema circuito opioide, que es el sistema primario del placer en el cuerpo. "Los opioides, también conocidos como endorfinas, son químicos producidos por el cerebro que tienen efectos de recompensa muy similares a drogas tales como la morfina y la heroína".

Si consumimos alimentos altos en azúcares, grasas y sal tenemos un aumento de endorfinas que momentáneamente nos relajan y hacen sentir bien. Pero esta estimulación nos hace querer consumir más y más del alimento o bebida que la generó. Al contrario, si consumimos alimentos balanceados y naturales tenemos un equilibrio que nos permite tener una dieta diversificada y decidir cuándo estamos satisfechos. Sin embargo, al exponer nuestro sentido del gusto a alimentos altos en azúcares...

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