Colaborador Invitado / Antonio del Valle Perochena: Regular la marihuana

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Desde hace años he sido un convencido de que cada individuo adulto es responsable de sus actos, siempre y cuando no afecte a terceros; que los gobiernos deben establecer leyes para procurar equidad, justicia y una sana convivencia, pero no pueden dedicarse a prohibir las acciones de cada quien mientras éstas no interfieran en la vida de otros.

El que se emborracha no está delinquiendo, a pesar de que todos sabemos que está dañando su organismo, limitando sus capacidades y perdiendo el control de sí mismo. En cambio, cuán diferente es si en tal condición conduce un auto, poniendo en riesgo a los demás.

En este sentido, creo que satanizar las cosas -por ejemplo la marihuana, que puede resultar tóxica si se hace un mal uso de ella, al igual que el tabaco y el alcohol- es un grave error.

Hoy en día se prohíben varios tipos de drogas que se pueden contar con las manos, las cuales se producen y comercializan en la clandestinidad, elevando su costo pero mucho más su precio al consumidor final, debido a la complicación y alto riesgo que implica comercializarlas. La demanda es lo suficientemente elástica como para soportar los márgenes exorbitantes que hacen de este negocio el más atractivo para el crimen organizado, corrompiendo las estructuras sociales, involucrando a jóvenes que las vendan en las escuelas y sobornando a políticos y autoridades de todos los niveles por mencionar tan sólo un par de efectos colaterales. Ya son muchas décadas de prohibición de drogas en las que se ha demostrado que, independientemente del precio, la demanda no se reduce; sin embargo sí genera ganancias espectaculares para quien produce y comercializa, dando poder para crear milicias mucho más potentes que las mismas fuerzas públicas, vulnerando el Estado de Derecho.

Por otro lado, existen miles de medicamentos regulados difíciles de adquirir sin una receta, los cuales cumplen con rigurosos procesos y controles. Es claro que hay un mercado negro para dichos productos, pero siempre será de calidad dudosa en el mejor de los casos y a veces más caro que el legal. Qué ironía que se puedan conseguir más fácilmente sustancias prohibidas que reguladas.

Como si no fuera suficiente, cualquiera...

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