Colaborador Invitado / Carlos Bravo Regidor: Cuestas de enero

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Enero, el largo primer mes del calendario electoral, fue más bien frío. Apenas invierno. Las campañas aún se llamaron "precampañas"; los candidatos, "precandidatos". En los partidos todavía hubo equipos que armar, heridas que cicatrizar, máquinas que encender. Vimos uno que otro chispazo: los choques entre las izquierdas en la capital, el escándalo en Chihuahua, las tarjetas de BANSEFI, la rebeldía local del PVEM chiapaneco, las defecciones hacia Morena. No obstante, eso fue sólo el principio. Falta mucho. Casi todo.

Ya alcanzaron a entreverse, sin embargo, las cuestas con las que cada campaña tendrá que habérselas. Queriendo presentarse o volverse a presentar frente a los electores, buscando mejorar su imagen o su mensaje antes de que comience formalmente la carrera presidencial, los candidatos han evidenciado los lastres que arrastran y las pendientes que tendrán que atacar a lo largo de la competencia.

Las cuestas de Meade son las contradicciones de su identidad como contendiente, la impopularidad del gobierno de Peña Nieto y la mala reputación del PRI. Es un "candidato ciudadano" que el presidente impuso a su partido. Se precia de no ser militante del PRI al tiempo que pide a los priistas que lo hagan suyo. Presume su larga experiencia como funcionario público pese a que no tiene logros memorables. Cuenta con una estupenda formación académica mas no dice nada nuevo. Quiere ser diferente pero representa la continuidad.

En 2012 el candidato Peña Nieto logró que una mayoría electoral comprara el argumento de que el PRI, tras doce años en la oposición, podía constituirse como una exitosa alternativa democrática. En 2018 el candidato Meade carga con el descrédito de un sexenio cuyo legado es el fracaso absoluto de ese argumento.

Las cuestas de Anaya son lo disruptivo de su apetito de poder, la dificultad para disciplinar a los perdedores del PAN y lo desorientado de la coalición que lo postula. El suyo es un liderazgo que acabó de dar al traste con la institucionalidad del panismo, del que se adueñó al grado de ni siquiera tener que competir por su candidatura, y donde no hay nada que no esté dispuesto a sacrificar en aras de su ambición. En el camino ha provocado múltiples tensiones y rupturas, la más significativa se llama Margarita Zavala. Sus 4 u 8 puntos porcentuales...

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