Colaborador Invitado / César Camacho: Menos prisión preventiva

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Hace más de una década, la evidente desconfianza ciudadana en las instituciones públicas a cargo de la seguridad y la justicia, hacía necesario reformar la Constitución y la ley para involucrar a todas las autoridades, tanto en la prevención como en el combate a la criminalidad. Había que ser más eficaz al investigar los delitos y proteger a las víctimas, al tiempo de respetar los derechos de los imputados y desempeñarse con transparencia, evitar la venganza pública y asegurar la justicia. El reto era cambiar de paradigma; lograr una auténtica transformación cultural jurídica.

Fue así que diversas agrupaciones de la sociedad civil y políticos de todo signo partidario impulsamos el nuevo sistema de justicia penal acusatorio, adversarial y oral, basado en el principio de presunción de inocencia, esto es, que toda persona imputada es inocente hasta que una investigación demuestre lo contrario, tal como ocurre en los países democráticos.

Durante la negociación, a insistencia de los partidarios del anterior sistema predominantemente inquisitivo, se concedió la incorporación de dos figuras jurídicas que no cabrían en un sistema acusatorio ortodoxo: el arraigo y la prisión preventiva oficiosa.

La primera, "la gota envenenada del sistema", ha sido ineficiente y ha desprestigiado a la justicia, por lo que debe desaparecer. La segunda, que permite privar de la libertad al imputado en ciertos delitos considerados de muy alto impacto, aunque en esa etapa del proceso aún no se demuestre completamente la responsabilidad. Una lista breve que debía ir disminuyendo hasta desaparecer.

En esa reforma también se aprobó la prisión preventiva no oficiosa, una medida cautelar, que puede dictar un juez en cualquier delito, independientemente de su gravedad, si el fiscal demuestra que el imputado representa peligro para la víctima, hay riesgo de fuga o pudiera obstaculizar la investigación. Para conseguirla, el fiscal debe justificar ante el juez que es indispensable la cautela. Se trata de una herramienta poderosa, legítima y eficaz contra la delincuencia.

Por eso, la reforma aprobada en el Senado al...

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