Colaborador Invitado / : Una lección etno-ecológica

AutorColaborador Invitado

Víctor M. Toledo

Investigador del Centro de Investigaciones en Ecosistemas de la UNAM.

Los eventos de la última semana son una más de las llamadas de alerta, de los focos rojos que se encienden cada vez con más frecuencia y en más sitios del mundo, acerca del "experimento sin control" en el que está metida la humanidad o especie humana. No se puede afirmar con total seguridad que los eventos climáticos ocurridos en México sean una consecuencia directa del calentamiento global, pero tampoco se puede desechar que lo sea. Frente a la inmensa complejidad del mundo actual, en el que los procesos naturales y sociales se encuentran íntimamente ligados como nunca antes, la ciencia más que predicciones precisas realiza acercamientos y usa el sentido común (que es la "ciencia de los pueblos") para discernir y sugerir soluciones.

Hoy ya no se puede hablar de fenómenos, catástrofes o eventos naturales, sino de procesos socio-naturales o naturo-sociales. La naturaleza, el ecosistema planetario y las sociedades son parte ya de un mismo todo. Lo que vive el mundo hoy es consecuencia del despliegue de la civilización industrial o moderna. Durante el siglo XX, que representa apenas el 0.05 por ciento de la historia de la especie humana (200,000 años), ocurrieron fenómenos nunca antes vistos y, sobre todo, ocurrió un aceleramiento de todo: población, uso del agua y energía, economía, contaminación industrial, crecimiento de ciudades, aumento de desechos. Este aceleramiento, que parece iniciarse en 1950, ha sido de tal magnitud que hoy los científicos hablan ya de la antropósfera, porque los humanos se han convertido en una nueva fuerza geológica.

En México, conviene conectar las inundaciones de este 2013, con otra situación de emergencia que ocurrió apenas hace unos meses: durante 2011 y 2012, casi la mitad del territorio nacional junto con buena parte de Estados Unidos sufrió la peor de las sequías en casi un siglo. Los efectos fueron tan graves como los de las lluvias excesivas. La sequía provocó pérdidas extraordinarias en las áreas agrícolas del norte y centro del país (trigo, maíz, sorgo, forraje) y especialmente en la ganadería. Por la sequía extrema murieron 1.3 millones de reses. Esa vez no fue el exceso sino la ausencia de agua. El país ha sido entonces literalmente zarandeado en menos de tres años, al pasar de la peor sequía a la peor de las inundaciones.

¿Porqué estas oscilaciones...

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