Colaborador Invitado / Jorge Gamboa de Buen: Caluroso (y contaminado)

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Desafortunadamente para todos, las predicciones apuntan hacia un verano caluroso que, combinado con otros factores atmosféricos, provocará aumentos en los índices de contaminación disparando las alertas y la aplicación de restricciones al tránsito de autos privados.

¿Cómo llegamos a esta situación? Recordemos que en los 90 del siglo pasado comenzaron las emergencias por contaminación.

En esa época se tomaron las primeras medidas para mejorar la calidad del aire en la Ciudad: traslado de fábricas, cierre de la refinería de Azcapotzalco -hoy un parque-, el programa Hoy No Circula y la sustitución de gas natural por combustóleo en las termoeléctricas cercanas y en muchas industrias. Se mejoraron las gasolinas al quitarles el plomo y se exigió que todos los vehículos nuevos tuvieran convertidores catalíticos y una verificación obligatoria y periódica de los niveles de emisiones.

Con estas medidas, la Ciudad sobrevivió más de dos décadas con aceptable calidad del aire. Sin embargo, ya no son suficientes y persistir en ellas no resolverá el problema.

¿Cuál es la explicación? Entre 1994 y 2019 el parque vehicular privado de la Zona Metropolitana pasó de aproximadamente un millón y medio de autos a por lo menos cinco. Ello alimentado por créditos accesibles para adquirirlos, pero también por la falta de una política pública de transporte masivo. Más aún, no se fortaleció el transporte público, pero se hicieron cuantiosas inversiones a favor del automóvil.

A este explosivo incremento se sumó la pérdida de control del parque vehicular por parte del Gobierno. La decisión de conservar el impuesto a la tenencia de autos en el antiguo Distrito Federal cuando Morelos y el Estado de México los disminuyeron aunada a la aplicación de medidas de verificación más estrictas, crearon los incentivos para que millones de vehículos viejos y nuevos migraran hacia ellos.

Según la Encuesta Origen-Destino del 2017, el número de viajes persona-día pasó de 20.6 millones en 1994 a 34.6 millones. Lo que prácticamente no varió es la distribución por modo de transporte: los autos privados mueven al 20 por ciento y el transporte concesionado (micros y autobuses) al 33 por ciento, es decir, nos movemos igual de mal que hace 25 años. Lo que sí cambió fue el número y la duración de los viajes, en parte por una errada política urbana que expulsa población al Estado de México. Este aumento en los viajes produce, además...

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