Colaborador Invitado / Juan-Pablo Calderón Patiño: Democracia monárquica

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Desde que América Latina cerró el paso de los militares a la política y selló en los votos la triste memoria de golpes de Estado, la democracia de la región tuvo una nueva enfermedad: la reelección presidencial. Sobran ejemplos donde las reformas para la reelección inmediata ocasionaron crisis y la gobernabilidad tuvo la tentación militar. Incluso, del cuartel salieron generales que habían sido dictadores para tratar de buscar en el voto el acceso al poder, como Guatemala o Bolivia. México se mantuvo aislado de ese padecimiento. Su origen revolucionario puso en la mesa la no reelección y el sufragio efectivo, en parte como regla de oro y como una quimera en la "fiesta democrática" a la que se ha encasillado el sufragio y su negro historial. Después de varias reformas electorales y con cierta mayor certidumbre electoral, ahora la reelección inmediata (y acotada) en alcaldías y curules federales (para muchos el prólogo para la reelección presidencial) está afianzando una "clase política de sangre", los hijos de los líderes del ayer o del nuevo pluralismo político.

A más de 25 años de la "ola democrática latinoamericana" en la región más desigual del mundo, otra desigualdad contamina el tejido social y político: la democracia del linaje, del pedigree, de la alcoba, de la herencia. La monarquización de la democracia es uno de los hierros ardientes que hieren y en países donde las revoluciones fueron mito, épica, verdad y esperanza -todo un poco a la vez-, es una metástasis en la mayoría de los partidos políticos. El caso que ilustra el reciente Premio Cervantes, el nicaragüense Sergio Ramírez, con la decapitación del sueño sandinista con Daniel Ortega y su esposa, es de tal dimensión que la traición se queda corta. En México los primeros dos presidentes no priistas trataron de impulsar la sucesión presidencial en sus esposas y, en el camino, uno insiste. Pero dicha deformación democrática, como en Guatemala, Perú o Argentina (salvo que Cristina Kirchner tuvo una vida política paralela a la de su esposo), no se queda en la lucha por la primera magistratura. El elenco de apellidos encarnizados en esposas, hijos...

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