Colaborador Invitado / Luis Arriaga Valenzuela: Protestas y reforma policial

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Frente a las protestas que se suscitaron en Guadalajara los días 4, 5 y 6 de junio, la reacción gubernamental tuvo rasgos autoritarios. Tanto en el lamentable hecho que las originó -el asesinato de Giovanni López- como ante las propias manifestaciones, se cometieron violaciones graves a los derechos humanos que deben ser investigadas y sancionadas, dando lugar también a la reparación de los daños. Situaciones similares ocurrieron en Tijuana y Oaxaca, en donde también fuimos testigos de la brutalidad policial.

Estos hechos nos colocan ante un punto de inflexión en el debate público sobre la seguridad y el acceso a la justicia. Ha quedado expuesto, de manera por demás pública, cómo las instituciones de seguridad y justicia, diseñadas para ser funcionales a los diversos arreglos autoritarios, han permanecido ajenas a los avances democráticos conquistados por la sociedad en otros ámbitos.

Las policías -municipales, estatales o ministeriales- no están orientadas a la garantía de la seguridad y los derechos de las personas. Además, con el tiempo han conquistado espacios de autonomía que los hacen menos permeables a la transparencia, la rendición de cuentas y la profesionalización, y más permeables a la colusión con la delincuencia. La apuesta federal por las Fuerzas Armadas no resuelve el problema porque en la práctica implica la renuncia a rescatar los cuerpos policiales que por diseño y vocación deben estar más cercanos a la ciudadanía.

Podemos tomar este momento como una oportunidad para impulsar cambios profundos en las instituciones de justicia y seguridad.

La protesta debe tomarse como un acicate para implementar esa agenda de reformas. El ejercicio de la libertad de expresión en la calle debe protegerse y no ser un motivo para que se desaten las violaciones de derechos humanos. Ante actos de violencia, siempre condenables para quienes reivindicamos la común dignidad de las personas, las autoridades deben identificar a quienes incurren en tales conductas y actuar conforme a derecho, dejando como último recurso el derecho penal, sin dejar de preservar y escuchar el contenido expresivo de las manifestaciones.

Las protestas dan cuenta de la vitalidad de una sociedad. Pero para generar cambios, son sólo el punto de partida. Es deseable que las reivindicaciones en las calles sean...

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