Colaborador Invitado / María Luisa Tavernier: Para Ernesto, amor, motivo, presencia

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Y le rompí los labios al silencio...

Ernesto de la Peña

La elegancia rosada de su cutis, la pasmosa facilidad con que transitaba de la modernidad a sus clásicos, su filoso sentido del humor, el dominio del español, entreverado con deliciosos matices de mal hablado, me impactaron, al unísono, cuando conocí a Ernesto de la Peña. Molde perfecto del humanista cabal, la cultura le fluía como reflejo condicionado. Se había apropiado de cuanta lengua le era útil para penetrar en la literatura antigua y moderna. Me deslumbró la soltura con que iba creando imágenes de una gran fuerza y belleza al hilo de la intimidad de nuestras conversaciones, "profiero tartamudo las sílabas vacías", "¿Es una rosa siempre el misterio arrogante de la dádiva?" Por qué no has publicado tu poesía si es extraordinaria. El tono rosado de su tez se tornó a un incendiado rojo burdeos. Esa fue su contundente respuesta. Ernesto era tímido. Autocrítico despiadado. Aprendí a leer su timidez. Su avasalladora cultura, a mi parecer, le había estorbado, "se te quiebran los puños antes de veras siquiera de abrir un secreto". ¡Bingo! a tus setenta y cuatro años "y le rompí los labios al silencio" presentas tus poemas en Palabras para el desencuentro. Pero el sello de sabio, que tanto detestabas, había permeado en la opinión pública muy por encima de tu creatividad. Cada verso me llevó a tu biografía. Aunque nunca usaras la primera persona, sabía que comunicabas a gritos sordos tus pasiones desgarradas, "se extinguieron los silencios para ser sustituidos por arterias de olvido". Tu voz triste de huérfano la sueltas en In memoriam, tu madre había muerto apenas tenías siete meses "madre, no te puedo rezar/ te amo a silencio de palabras/ te pudo la muerte,/ madre, nos dejamos solos". Tus intermitentes solterías "caballero célibe a base de esponsales" se acabaron cuando nos conocimos un 19 de septiembre del 83 para nunca separarnos. Por ahora tienes pocos lectores, ¡pero qué lectores! Sergio Vela, director escénico de ópera, ha escudriñado cada renglón de tu prosa, de tu poesía. Vicente Quirate, ha gozado tu obra con la sensibilidad e inteligencia propias de un gran poeta. En su ensayo Ernestoparaintrusos, comenta: "siempre hay una brutal confrontación de energías, donde la sensualidad y el espíritu se enfrentan", "Ernesto es un creador lúdico, subversivo y rebelde de sí mismo". Añade Quirate que El...

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