Colaborador Invitado / Max Kaiser: Por favor, ya no más

AutorColaborador Invitado

Los mexicanos estamos hasta la madre gracias a la impunidad. En los últimos años se acumularon cada semana cientos de casos de corrupción que quedaron sólo como escándalos mediáticos. Los señalados en un caso que aparecía el lunes en un periódico sabían que para el miércoles surgiría un caso nuevo que se llevaría la atención a otro lado. En el peor de los casos, quedaría por ahí algún expediente abierto en las oficinas de una autoridad poco eficiente y menos autónoma que pronto olvidaría el asunto.

Y así, uno tras otro, los lectores de éste y otros periódicos leían cada semana de casos nuevos que no llegaban a nada. Hasta que los casos dejaron de impactar. Ya no causan indignación. Se convirtieron en parte del contexto nacional. Después de cada caso de corrupción que se revela por medio de la prensa que aún se atreve, vienen algunas columnas, algunos reclamos, caricaturas y memes, que pronto voltean al siguiente caso. Al día de hoy, seguimos esperando la primera sentencia firme del primer caso relevante.

Y esa es la mejor noticia para aquellos que se dedican a usar el poder público para fines privados. Los corruptos son felices en este contexto de saturación social y ausencia de justicia.

Ya nadie se toma ni cinco minutos para explicar a la sociedad lo que sucedió en cada caso. ¿Quiénes son responsables del acto de corrupción? ¿Qué debería pasarles? ¿Quién es responsable de investigar? ¿Cómo podría evitarse un caso similar? Todas estas preguntas se quedan en el aire, y el enojo social sólo crece, y con éste, la desconfianza en el Estado y la democracia.

En ese contexto se dieron las elecciones de julio. El candidato ganador parecía haber entendido la frustración de la sociedad. En cada uno de los tres debates insistió en la idea de resolver todos los problemas de México, acabando con la corrupción. Se entiende así que su triunfo lleva colgado un mandato claro: La Justicia.

Y por eso cayó como balde de agua fría la promesa que hizo a partir del 20 de noviembre en varias entrevistas, en las que ofreció un perdón a todas aquellas personas que hubieran cometido un acto de corrupción antes del 1 de diciembre.

Por tres motivos esto es inaceptable. Primero, porque el mandato electoral es precisamente el contrario. La promesa más importante, repetitiva, constante y vehemente de su campaña fue la de acabar con la corrupción. Con esa promesa recibió una mayoría histórica de votos, y así quienes votaron por él, como aquellos que no lo hicieron...

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