Colaborador Invitado / Max Kaiser: Las emociones del 2018

AutorColaborador Invitado

Los años de elecciones presidenciales suelen ser torbellinos de emociones. 2018 no fue la excepción. En el transcurso de doce meses vivimos cuatro etapas cargadas de las más variadas emociones: una campaña, una jornada electoral, una transición y un cambio de mando.

Primero, la campaña, meses de acaloradas discusiones por candidatos que reflejaban nuestros miedos, esperanzas, enojos y frustraciones. Después, la jornada electoral, que transcurrió tranquila y en orden durante el día, para acabar en una ola gigante de euforia y esperanza para unos, y una noche larga de miedo y decepción para otros. Siguió el largo y sinuoso camino de la transición, llena de ambigüedad y confusión. Todo para llegar al primero de diciembre, día en que iniciaba un nuevo gobierno, depositario a la vez de las más fervientes esperanzas, y los más negativos presagios. Fue así un año largo, abrumador y agotador.

Haré por eso el intento de ordenar las emociones que me provocaron a mí estas cuatro etapas del año, con la esperanza de generar algo de claridad en el amable lector.

Empezaré por aquello que me da esperanza y tranquilidad. A pesar de todo el encono que generó la campaña electoral, ganó el candidato que más votos obtuvo. Candidatos, autoridades y gobierno perdedor reconocieron de inmediato su triunfo. Libremente formó a su equipo, tuvo acercamientos pacíficos con el gobierno saliente y asumió el poder sin el menor contratiempo. Esto que hoy nos parece normal es el fruto de una compleja construcción institucional que me genera tranquilidad.

Hay muchas cosas que me dan miedo. Según el Séptimo Informe de Violencia Política en México (Etellekt, julio 2018), esta campaña es la más violenta en la historia reciente del país. El saldo a julio era de 152 políticos asesinados, de los cuales 48 eran precandidatos y candidatos a puestos de elección popular. Y esto es sólo el saldo visible. ¿Cuántos candidatos fueron presionados, comprados, violentados o extorsionados por el crimen organizado, sin reportarlo? Es un dato que jamás tendremos, pero imaginarlo ocasiona escalofrío.

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