Colaborador Invitado / Mónica Maccise Duayhe: ¿Quién es el estudiante ideal?

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¿Es discriminatorio tratar de forma diferenciada a las y los estudiantes en la universidad si son hablantes o no de lengua indígena y lo que ello representa socialmente en México? ¿Está bien tener consideraciones particulares si las y los estudiantes provienen de contextos de exclusión social por su orientación sexual o identidad de género? ¿Es justo tener diferentes criterios o consideraciones específicas para personas que han sufrido pérdidas de familiares, maltratos, abusos, depresión y lidian de forma particular con la presión y la exigencia académica? ¿Se requiere una contención especial para quien es foráneo y no cuenta con red de apoyo familiar o su permanencia en la universidad depende de la preservación de una beca y lo que eso psicológicamente representa?

Las universidades operan con modelos de sujetos ideales. Es decir, sus políticas académicas y escolares se conciben destinadas para un cierto tipo de persona en teoría. Explicitar las características de este ideal permite brindar insumos para entender a lo que se enfrentan quienes "no se adaptan" y "desertan" por cualquier vía, incluido el suicidio.

El suicidio es un hecho concebido, individual y familiarmente, como trágico donde lo más inmediato es buscar personas responsables y culpables. El suicidio es también un indicador estructural de la exclusión social; de las delimitaciones artificiales de quién cumple con el parámetro y quién no, quién está dentro y quién está fuera.

¿Qué tan excluyentes somos en México? De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación de 2017: seis de cada 10 personas consideran que las personas jóvenes son irresponsables, y la misma cantidad de personas cree que es justificable llamar a la policía si hay un grupo de jóvenes reunidos en una esquina. Estos prejuicios se convierten en prácticas discriminatorias que vulneran el goce efectivo de los derechos y se reflejan, cuantitativamente, en brechas de desigualdad. De acuerdo con la misma encuesta, las y los jóvenes de entre 18 y 24 años tienen niveles más altos de desempleo que los demás grupos de edad: 6% frente al 2% de las personas de entre 30 y 59 años. Esta brecha se justifica también mediante otros...

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