Colaborador Invitado / Perú: un plebiscito al revés

AutorColaborador Invitado

Carlos Paredes

Periodista peruano y maestro en la Universidad Iberoamericana.

La primera vuelta electoral peruana, preñada por un ficticio sistema de partidos políticos, muchos candidatos y escasos programas de gobierno, no pudo dar a luz otra cosa que un ballotage decepcionante. Keiko Fujimori y Ollanta Humala representaban eso: la inexperiencia, el populismo y un pasado cuestionable e investigable. Fujimori se la pasó toda la campaña repitiendo que ella no era su padre, pero era obvio que representaba al "fujimorismo". Esa manera de hacer política sin escrúpulos, que se vale de las instituciones democráticas para terminar con la democracia, y que en nombre del pragmatismo no tiene empacho de mancharse las manos con sangre y corrupción. De hecho, el indulto a Alberto Fujimori -sentenciado a 25 años de prisión por asesinatos, violación de derechos humanos y robo millonario al erario público- era la prioridad en su agenda política. Es más, Keiko reivindicaba el régimen de su padre, donde ella fue ocho años la primera dama, calificándolo como "el mejor gobierno de la historia". Quizá por eso no pocos peruanos, entre ellos el Nobel Mario Vargas Llosa, sostenían que votar por Keiko era elegir a su padre, quien iba a ser el verdadero gobernante. Un reo indultado y erigido como Presidente a la sombra por voto popular.

Por su parte, Ollanta Humala es un ex comandante del Ejército al que se le acusa de organizar dos levantamientos militares y de violaciones a los derechos humanos y vínculos con el narcotráfico, cuando fue jefe de una base contrasubversiva, en la década del noventa. Dejó la milicia y terminó convertido en un díscolo y populista político de izquierda que se postuló a la Presidencia por primera vez en 2006. En esa ocasión ganó en la primera ronda pero no pudo llegar a Palacio de Gobierno porque se lo impidió el miedo de los peruanos. Preferimos al mal conocido de Alan García que al chavista de Humala.

Aunque esta vez moderó su discurso de izquierda e hizo todo lo posible para correrse al centro, su plan de gobierno original seguía produciendo miedo entre el empresariado y la clase media. Humala encarnaba el cambio radical al sistema económico, algo que en el Perú supuestamente boyante suena a blasfemia, pero que para un tercio de los votantes, gente pobre de la sierra y selva, es una necesidad. Sin poderse arrancar el estigma del chavismo, a pesar de su eficiente mercadotecnia electoral, Humala seguía representando el regreso a las...

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