Colaborador Invitado / Virgilio Muñoz Alberich: La Guardia en Covid-19

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El futuro de la Guardia Nacional está conectado a un respirador artificial. El presidente de México afirma que la incorporación de las Fuerzas Armadas a las tareas de seguridad pública es para evitar el fracaso de la Guardia Nacional. Sin embargo, los efectos del reciente Acuerdo presidencial publicado para ello podrían, paradójicamente, dar por terminado el modelo de seguridad civil del Gobierno de México al final del sexenio. Esto porque en términos de percepción ciudadana, el mantenimiento o mejora de las condiciones de seguridad serán capitalizados de manera legítima por SEDENA y SEMAR pero no por la Guardia Nacional, la cual corre altos riesgos de ser considerada irrelevante ante la opinión pública. Me explico.

El dilema lo han vivido tanto la Guardia a nivel federal, como las policías en el resto de los órdenes de gobierno. Construir amplios consensos ciudadanos a nivel de las comunidades se complica porque en un primer momento las corporaciones civiles son acusadas del deterioro de las condiciones de seguridad y en uno posterior, vuelven a ser desplazadas de una percepción popular positiva al ser las Fuerzas Armadas quienes recuperan niveles más aceptables de tranquilidad. De ahí se explica, en gran parte, la casi perpetua calificación reprobatoria obtenida por las policías estatales y municipales, así como la inestabilidad en la continuidad de los nombramientos de quienes las dirigen al momento de haber transición entre gobiernos, así hayan realizado una buena labor, por la presión de dar desahogo al escepticismo social.

Recordemos que las estrategias de seguridad y sus instituciones civiles requieren algo más que planteamientos de política pública para subsistir. La renovación de estas corporaciones se impulsa, de origen, con base en el alto respaldo popular que un gobernante tiene al asumir el poder. Al considerar que (1) los resultados positivos sostenidos de una estrategia de seguridad solo son obtenibles en el largo plazo, (2) no hay reelección, con un periodo de gobierno muchas veces menor al plazo requerido para observar estos beneficios, y (3) toda popularidad presidencial tiende a la baja por el desgaste natural de gobierno; desde la perspectiva federal, la permanencia de la institución civil está marcada por el grado de éxito con el que consiguen posicionar una narrativa propia y de sus logros en la recuperación de la seguridad de las entidades. De lo contrario, al final de la administración, el...

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