Colaborador Invitado / Zoé Robledo: Político y/o politólogo

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Lo primero que hice el 29 de agosto de 2012 después de jurar como Senador fue ir al escaño 107 que ocupó, durante apenas 20 días, Alonso Lujambio, quien había sido mi maestro en la carrera de Ciencia Política. Le dije: ¿Colega, ya vio que somos 10 senadores egresados del ITAM? Los contamos juntos: Ríos Piter, Mario Delgado, Cordero, Gil Zuarth, Gaby Cuevas, Roberto Albores, Gerardo Flores, Pepe Yunes, él y yo: 10. ¡Podríamos ser bancada! Reviró. ¡Si tú la coordinas, yo le entro! Respondí. Apunté dos cosas sobre esa bancada imaginaria: Era plural: estábamos distribuidos en 4 partidos. Y aunque era un grupo interdisciplinario, dominaban los politólogos.

Recordé esta anécdota en días recientes, mientras preparaba una reflexión con motivo de una serie de eventos organizados por la facultad de ciencia política del ITAM para celebrar los primeros 25 años de la carrera. Soy politólogo y soy político y quizás por ello me interesa explorar esa dicotomía entre estas dos áreas tan cercanas y a la vez lejanas. Apurados por la coyuntura electoral no hubo oportunidad para hacer un planteamiento que me parece fundamental: ¿Sirve la ciencia política para hacer política?

Los politólogos no me dejarán mentir; nuestra materia es poco entendida por el mundo. Para un espectador ajeno, parecería obvio que la ciencia política tendría que formar políticos y por alguna razón esta confusión suele ofendernos. A menudo corregimos a nuestro interlocutor para explicarle que, así como el que estudia medicina se vuelve médico, el que estudia ciencia política se vuelve politólogo, no político. Pero quizás en esta ingenuidad hay un indicio de verdad. ¿No debería la ciencia política formar políticos?

La separación entre política y politología se ha ido acentuando con el paso del tiempo. Esto se entiende en el contexto actual de descrédito del quehacer político. Sin embargo, preocupa la disociación porque crea un aislamiento donde podría haber un complemento: La ciencia política podría dejar de ser un ejercicio exclusivamente teórico, casi imaginario, que elude la realidad porque la desconoce y la desprecia. Y la política se podría beneficiar de una formación centrada en el estudio y diseño de instituciones con la que son dotados los alumnos de ciencia política.

Es mi convicción que la ciencia política es la mejor formadora de políticos. Esta certeza...

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