Colaborador Invitado / Pablo Salazar Mendiguchía: La educación no debe ser amenazada

AutorColaborador Invitado

Eran los inicios del gobierno estatal 2000-2006 y mi primera reunión como gobernador con la dirigencia de la Sección 7 del magisterio, co-fundadora de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE). Chiapas arrastraba la tradición de un sindicalismo anárquico y violento que emplazaba con excesivas demandas salariales. Ellos ponían las reglas.

"Queremos pedirle -me dijeron- la Subsecretaría de Educación Básica para alguno de nuestros compañeros y tres direcciones más de ese mismo nivel". "Me parece una propuesta interesante -les respondí-, siempre y cuando sea recíproca. Yo quisiera la Secretaría General del Sindicato y tal vez la de Conflictos, también para alguno de mis compañeros". Como no esperaban esa reacción se ofendieron.

En Chiapas, les expliqué, seis de cada diez pesos del presupuesto público se van a la educación. Convertida esa cantidad en el 100%, 97% se va a salarios y prestaciones; 3% a calidad a los contenidos, capacitación, aulas e infraestructura. Chiapas es primer lugar en analfabetismo y reprobación. El problema no es el dinero, porque no hay una correlación entre más gasto y mejores resultados, fue el diagnóstico que hice.

Llegó el famoso pliego petitorio anual. Decidí que la reunión no sería ni en la fecha ni a la hora propuesta por ellos. Tampoco sería en palacio de Gobierno sino en las instalaciones de la Secretaría de Educación y con el titular, no con el Gobernador como acostumbraban. A regañadientes aceptaron, pero exigieron que la entrega del pliego fuese en presencia de todos los medios. No me opuse. Llegado el momento, la sorpresa fue mayor: cuando se disponían frente a las cámaras a las conocidas arengas y a entregar su documento, el secretario de Educación, el maestro Alfredo Palacios Espinosa, les dijo que en esa ocasión no sería un acto de entrega, sino de intercambio de pliegos: "Ustedes me entregan el pliego petitorio del sindicato. El gobierno les presenta el pliego petitorio de la sociedad".

Entre plantones, marchas, tomas y bloqueos, se perdieron diez años efectivos de clases. El calendario escolar marcaba doscientos días laborables; en muchas comunidades rurales, los maestros, antes de mi gobierno, asistían solamente ochenta días: llegaban los martes y se iban el jueves.

En cumplimiento del pliego petitorio de la sociedad, mi gobierno implementó con éxito las siguientes medidas:

  1. El que no trabaja no cobra. Descontamos más de 40 millones de pesos del primer plantón que fueron...

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