Colección Banamex y sus altibajos

AutorSylvia Navarrete

El edificio de la calle de Madero que todos conocemos como Palacio de Iturbide (allí mismo donde, el 10 de mayo de 1821, Agustín de Iturbide salió al balcón a oírse proclamar emperador de México), se convirtió el mes pasado en Palacio de Cultura Banamex para presentar con bombos y platillos la colección de pintura mexicana moderna propiedad del Banco Nacional de México. El acervo artístico de esta institución bancaria es uno de las más importantes del país: posee 4 mil 286 piezas que abarcan desde pintura y obra sobre papel hasta muebles, cerámicas, porcelanas y textiles, del siglo 17 al 20.

Algunos recordarán que, en 2001, el "caso Banamex" despertó el temor de que este acervo pudiera desmembrarse y desaparecer debido a la adquisición del banco por el grupo financiero estadounidense Citigroup. Otros tampoco olvidan la polémica suscitada en 1990 por la reprivatización de las instituciones nacionales de crédito, que supuestamente provocaría la puesta en venta al mejor postor de sus colecciones de arte, como parte de sus activos. En ese entonces, los acuerdos establecidos entre el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (presidido a la sazón por Víctor Flores Olea) y la Secretaría de Hacienda (Pedro Aspe) apuntaban a preservar la unidad en las colecciones artísticas de los bancos y garantizar su vocación pública. El reclamo de la comunidad era "mantener las colecciones de arte aquí y completas". La misma inquietud manifestó hace tres años la opinión pública acerca del destino del acervo Banamex. ¿A manos de quién -y a dónde- iría a parar el acervo? Todos pusimos el grito en el cielo, y el CNCA se pronunció en contra de la enajenación de estos bienes artísticos que, si efectivamente podrían venderse (al Estado no le alcanzaría), tampoco saldrían de México, ya que tienen en parte el estatus de patrimonio nacional. A su vez, Citigroup reiteró su "respeto de la tradición histórica y cultural de Banamex". Los medios de comunicación y algunos legisladores, por su lado, volvieron a señalar la urgencia de reformar nuestras caducas leyes de patrimonio, vieja discusión que no ha avanzado un ápice en décadas. Por lo pronto, en las salas de la actual exposición La colección de pintura del Banco Nacional de México. Siglo XX, los textos de muro confirman que este "compromiso permanece invariable". Lo cierto es que esta colección, hoy privada, se formó originalmente con el dinero de los ahorradores mexicanos, es decir, de la gente común y corriente.

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