Viajando Ligero / Colorida confección panameña

AutorJim Budd

Las molas son los recuerdos preferidos de quienes visitan Panamá. Por si acaso nunca has viajado hacia allá, las molas son paneles o aplicaciones de algodón bordados en cuadrados de unos 8 centímetros de lado, hechos para pespuntearlos en las blusas de las mujeres cunas que se enorgullecen de su trabajo.

Un diseño es cortado en un trozo de material que luego es cosido sobre otro. La destreza con la aguja de que hacen gala estas mujeres demuestra, supuestamente, su capacidad como amas de casa.

Las amas de casa de los cunas reciben aretes de oro, narigueras y collares de los maridos trabajadores que quieran presumir su éxito como pescadores o granjeros.

Los cunas viven en las islas de San Blas frente a la costa atlántica de Panamá, y donde viven, mandan. El Gobierno central ha aprendido a dejar que ese pueblo, normalmente pacífico, se gobierne por sí mismo.

En la ciudad de Panamá es probable que encuentres damas cunas justo donde se congregan los turistas. Son fáciles de identificar por las molas de sus blusas y también por las vistosas medias con abalorios y mangas que usan. Sin razón aparente, las vistosas medias con abalorios y mangas no han llamado la atención de los turistas, pero casi todo el mundo quiere llevarse a casa una, dos o más molas.

Conviene revisar a detalle las molas, pues algunas son auténticos tesoros, mientras que otras tienen poco valor.

Una mola en verdad apreciable podrá mostrar señales de la edad, pues es probable que haya sido usada algún tiempo en la blusa de una mujer cuna. Esas mujeres sólo se ponen prendas de las que se sientan muy orgullosas; pero, al final, hasta una mola premiada llega a sufrir un tijeretazo para ser cambiada por algo nuevo y diferente.

Los peritos dicen que jamás hay dos molas iguales, por lo menos dos molas premiadas.

Lo más interesante de una visita a Panamá puede ser un vuelo a una de las más de 350 islas de San Blas para ver dónde viven los cunas.

Aquí, por lo menos desde una perspectiva femenina, hay un trozo del paraíso.

Los hombres se van cada mañana a pescar o a labrar la tierra, trabajando duro para ganar el dinero necesario y así poder comprar más oro para sus esposas.

Las damas se quedan en las islas, cuyas playas se parecen a las de la Riviera Maya, pero sin hoteles. Los cunas no han permitido que ningún urbanizador ni ningún otro fuereño se establezca en sus islas.

En unos pocos casos, los huéspedes son alojados por una noche; una noche debería bastar en la cabaña de una isla...

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