El congreso de la puertorriqueñidad

AutorSergio Rodríguez Blanco

SAN JUAN.- Después de pasar la aduana, un sello de Estados Unidos queda estampado en el pasaporte. Sin embargo, en el territorio que el escritor español Juan Ramón Jiménez llamó la isla de la alegría durante sus años de exilio, el primer pie que pisa la tierra reconoce, sin duda alguna, que está entrando en Hispanoamérica.

En Puerto Rico, el español, como señala el escritor puertorriqueño Luis Rafael Sánchez, es el idioma de la vivencia, mientras que el inglés es el de la supervivencia. El idioma de Cervantes se escucha en las calles, en los taxis, en las noches de salsa, en la radio, en los periódicos y en las escuelas públicas.

Su capital fue la sede del séptimo Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), que arrancó el martes pasado. El encuentro estuvo dedicado a la creatividad en una lengua que cuenta en el mundo con más de 500 millones de hablantes. Hablan español los 3.6 millones de personas que viven en la isla de Puerto Rico. De ellos, el 20 por ciento se considera bilingüe en español e inglés, y dos tercios hablan inglés con fluidez.

"Aquí se hace el amor en español, se come en español, se consuela en español. Eso está demasiado metido en la genética y no es una preo- cupación de identidad. Somos chiquitos, comparados con otros países, pero picosos", dice el escritor puertorriqueño Luis Negrón en uno de los stands de novedades del encuentro.

Políticamente, Puerto Rico es un estado libre asociado desde 1956 a Estados Unidos y sus habitantes tienen pasaporte estadounidense, usan el dólar y pueden ser reclutados para la guerra, pero no pueden votar en las elecciones presidenciales y a la isla sólo pueden llegar barcos en los que ondee la bandera de Estados Unidos. Son, literalmente, una colonia en pleno siglo XXI.

La cronista Ana Teresa Toro, autora del libro de crónicas Las narices de los perros, donde explora la condición colonial de los puertorriqueños desde la cotidianidad, señala con humor que si los puertorriqueños fueran el ombligo del mundo, desde luego, éste sería un ombligo latinoamericano. Y sí. Basta conversar con cualquier habitante de la isla para notar que el uso del inglés para la economía y la medicina no impide que unánimemente utilicen la palabra "país" y no "estado libre" para decir que están en crisis. También se refieren a los estadounidenses como "gringos" o con el pronombre "ellos".

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