Sin consenso sobre la reforma

AutorMagali Marlene Juárez

Hace cuatro meses, el abogado Javier Moctezuma Barragán, subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, envió una carta a los representantes de las principales iglesias de México.

"Me permito solicitar su valiosa colaboración para que, con base en su liderazgo, calidad moral y manifiesto compromiso con la legalidad, tenga a bien hacer un llamado al interior de esa asociación religiosa a fin de que se evite incurrir en conductas que impliquen proselitismo a favor o en contra de candidato, partido, o de asociación política alguna", decía la misiva, fechada el 28 de enero del 2003.

El funcionario "presentía que los demonios se iban a soltar" en el proceso electoral, dice Arturo Farela, presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas de México (Confraternice).

La petición de Moctezuma Barragán fue tan oportuna como no atendida. Y ahora, el activismo de la Iglesia Católica trascendió los temas electorales y abrió el debate sobre de la necesidad de reformar el artículo 130 de la Constitución.

"Debe respetarse la separación entre el Estado y las religiones, México debe seguir siendo un Estado laico democrático. (La función de) los ministros de culto debe quedar en la cuestión de guía espiritual y en los templos, los políticos que se dediquen a hacer política, pero los ministros no deben participar en el proceso electoral; pueden dar opiniones como ciudadanos, pero no en el púlpito, porque una cuestión es cuando estamos hablando de una parte espiritual con una grey religiosa y otra es un punto de vista personal", puntualiza Mauricio Lulka, director del Comité Central de la Comunidad Judía en México.

Señala que es probable que en algún momento el artículo 130 necesite ser revisado y actualizado, pero que no por el momento, agrega que no es un artículo discriminatorio, puesto que no está dirigido a ningún grupo religioso en particular y forma parte de las reglamentaciones apropiadas que debe tener cada país.

En tanto, Arturo Farela apunta que es adecuado que el artículo 130 se mantenga, porque al existir la separación del Estado y las iglesias se garantiza el "principio histórico de la laicidad".

Coincide con la idea de que los ministros de culto se deben dedicar a predicar la palabra de Dios, y no a dirigir políticamente a los feligreses: "creemos que son lo suficientemente maduros para que ellos sufraguen, según ellos consideren, de acuerdo con sus convicciones ideológicas".

"Los ministros de culto tenemos derechos constitucionales y de acuerdo con la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público tenemos derecho inclusive a ser candidatos", especifica.

Por su parte, el obispo Moisés Valderrama, de la Iglesia Metodista de México, explica que los ministros tienen como responsabilidad ser los primeros en respetar las leyes que existen, específicamente en el ámbito religioso.

"Creo que quienes más tenemos que respetar la ley somos quienes de alguna manera tenemos una religión, es un ejemplo de honestidad y ejemplo de cabalidad entre lo que...

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