Consume a papás investigar

AutorMiguel Trancozo

CUAUTITLÁN IZCALLI.- Alejandro Reyes y Lourdes Muñiz son el claro ejemplo de un dicho popular de que todo se puede hacer por los hijos.

Ellos dejaron el empleo, invirtieron el patrimonio familiar, viajaron a otros Estados, dejaron de ver a sus amigos, convocaron a medios de comunicación, hicieron una huelga de hambre... todo con tal de encontrar a su hija Bárbara, secuestrada en agosto del 2011.

Antes de que Alejandro comenzara la búsqueda de su hija menor pesaba 80 kilos; en 2012, mientras empujaba la investigación ante las procuradurías mexiquense y federal, llegó a marcar 40 kilos sobre la báscula.

Tanto él como su esposa, Lourdes renunciaron a sus empleos seis meses, respectivamente, para tocar puertas en las distintas instancias de justicia, medios y organizaciones que ayudaran a la búsqueda.

"Tuvimos que tomar la decisión de truncar el empleo, primero por el dolor y luego por la necesidad de convertirte en la secretaria de todo mundo, te vuelves en su agenda: tú les recuerdas a todos los funcionarios qué tienen que hacer.

"Y para presionar para que se fueran dando las investigaciones", recordó Alejandro.

Los primeros seis meses se los tomó Lourdes -quien encontraría el cuerpo de su hija 618 días después en los Servicios Médicos Forenses de Cuautitlán México- con los recursos del negocio de publicidad impresa que meses después perderían.

"Considero que gastamos un millón de pesos si consideras los salarios que dejamos de percibir, los gastos para hacer las diligencias, el pago de algunas investigaciones que se hicieron, el pago en las extorsiones que nos hicieron. Fue mucho dinero", calculó Alejandro, a quien el presunto secuestrador le pidió 500 mil pesos por devolver a su hija.

Desde 2011, los regalos de Navidad de Bárbara esperan ser abiertos en la sala de una casa que, hace tres años, estaba llena de jóvenes y vecinos que frecuentaban a la joven y a sus dos hermanas. Desde su desaparición, las visitas cesaron.

"Por un lado hay mucha gente que te pudiera escuchar, pero no se acerca, te segrega la sociedad, por no saber qué decirte y por no querer estar cerca de un delito de esa magnitud"...

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