Contracorriente / El aura (percudida) de Álvaro Uribe

AutorFarid Kahhat

Coincido con la mayoría de las críticas que la prensa privada de América Latina endilgó en su momento a Hugo Chávez y al régimen político que fundó. Pero creo que la prueba ácida de la motivación detrás de esas críticas (V., ¿era una cuestión de principios, o de animadversión ideológica?), es la indulgencia con la que parte de esa prensa trató siempre al ex Presidente colombiano Álvaro Uribe.

Los fallos de la Corte Suprema de Justicia de Colombia recuerdan, por ejemplo, cómo consiguió Uribe postular a la reelección: ofreciendo prebendas a cambio de votos en el Congreso. Lo supimos por la confesión de la otrora congresista Yidis Medina, quien con quejumbrosa amargura alegaba que el Gobierno de Uribe no había cumplido con entregar los sobornos prometidos (V., cargos públicos para ella y su entorno inmediato).

El proceso judicial que estableció la responsabilidad penal de Yidis Medina dio origen a otro de los neologismos con los que el Gobierno de Uribe engalanó nuestro vocabulario: el de la "Yidispolítica". Dentro de ese proceso, la Corte Suprema condenó a penas de prisión a otros dos ex congresistas (Teodolino Avendaño e Iván Díaz Mateus).

A su vez, ese neologismo se acuñó por asociación con otro más ominoso: la "Parapolítica", merced a la cual docenas de congresistas, ex congresistas y funcionarios fueron procesados (y muchos de ellos, condenados), por sus vínculos con organizaciones paramilitares.

Los paramilitares, al igual que las FARC, se financiaron a través del narcotráfico y la extorsión, y son parte de la explicación de que sólo Siria supere a Colombia como el país con el mayor número de desplazados internos en el mundo (unos cinco millones y medio de personas). Nada de lo cual impidió que el Gobierno de Uribe negociara su desmovilización a cambio de condiciones particularmente generosas: por ejemplo Salvatore Mancuso, quien confesó ser autor material o intelectual de más de 300 homicidios, fue condenado a purgar alrededor de una semana de prisión por cada una de esas muertes, pudiendo servir parte de su condena en una colonia agrícola (dados sus vínculos con el narcotráfico, uno podría especular sobre el tipo de sembríos a los que se hubiera dedicado).

Y, cuando desde prisión Mancuso declaró que organizaciones como la suya habían respaldado en 2002 la elección de Uribe, fue extraditado a los Estados Unidos junto con otros dirigentes paramilitares.

Podría alegarse que las concesiones hechas a los paramilitares eran un mal menor...

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