CONTRACORRIENTE / El clan Murdoch y el cuarto poder

AutorFarid Kahhat

Tres encuestas coinciden en lo mismo: entre los televidentes en Estados Unidos que obtienen su información a través de los canales de cable, aquellos que ven Fox News son los peor informados.

No es sólo que desconozcan la verdad: es que creen saber cosas que en realidad son falsas (por ejemplo, 63 por ciento creían que Barak Obama no había nacido en Estados Unidos, y 60 por ciento que el calentamiento global no existe).

Y no es esencialmente un problema de autoselección (es decir, que la gente menos informada sea más proclive a ver Fox News), sino es más bien un problema provocado por la exposición a ese medio: mientras más vea Fox News un televidente, más probable será que aquellos que considera hechos comprobados no lo sean.

Salvo, claro, que el hecho en cuestión sea el vía crucis que atraviesa la empresa matriz del canal (News Corporation), en cuyo caso es probable que el televidente no haya oído hablar del asunto (al menos no a través de Fox News).

Lo cual no deja de ser paradójico, dado que, según los medios de Rupert Murdoch (propietario de News Corporation), poner coto a posibles abusos de poder del Estado era parte de su razón de ser.

Precisamente el tipo de abusos que cometió uno de esos medios, el tabloide News of the World (hasta su desaparición, el diario de mayor venta en Gran Bretaña): en la mejor tradición de la Policía secreta de la Europa comunista, mantenía una red de espionaje sobre decenas de ciudadanos británicos.

Pero una cosa era interceptar los teléfonos de personajes de la realeza y la política británicos: eso hasta podía justificarse como parte del proceso de escrutinio al que debía ser sometida toda persona que ejercía un cargo público.

Tal vez por eso cuando el diario The Guardian denunció hechos de esa índole en el pasado, el tema no provocó mayor revuelo. ¿Pero cómo justificar el haber interceptado el teléfono celular y manipulado el buzón de voz de una niña secuestrada? ¿O la interceptación de los teléfonos (entre otra información privada), de víctimas de atentados terroristas en Londres y Nueva York, o de deudos de soldados muertos en las guerras de Afganistán e Irak?

Más importante aún, ¿dónde estaba la Policía, que no impidió esos hechos? Por testimonio de la propia Rebekah Brooks, directora ejecutiva de News of the World (quien poco después sería arrestada), sabemos que la Policía británica recibía pagos de ese medio para compartir con ellos información sobre casos que el diario consideraba de interés.

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