Contracorriente / Las consecuencias geopolíticas de un derribo

AutorFarid Kahhat

Cuando se trata de analizar el derribo del vuelo de Malaysia Airlines, hay cuando menos dos cosas que Estados Unidos, Ucrania y Rusia tienen en común.

La primera es que Estados Unidos y Ucrania son aliados confrontados con Rusia en la guerra civil que se libra en el oriente ucraniano.

La segunda es que los tres Estados (en el caso de Rusia, durante la era soviética), derribaron aviones de pasajeros en el pasado, y ninguno de ellos mostró una conducta digna de encomio tras el derribo.

De allí la necesidad de garantizar la independencia de la investigación que buscará esclarecer los hechos.

Sea cual fuese el resultado de esa investigación, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN siguen aprobando nuevas sanciones contra Rusia por su conducta en Ucrania.

Y de no mediar un cambio dramático en la conducta exterior del Estado ruso, el derribo de un avión de pasajeros podría augurar nuevas rondas de sanciones. La pregunta de fondo es en qué medida esas sanciones podrían afectar la principal fuente de divisas e ingresos tributarios de Rusia (es decir, sus exportaciones de gas y petróleo).

El caso de las sanciones contra la industria energética de Irán provee un posible paralelo.

Durante años esas sanciones fueron limitadas, por temor al efecto que pudieran tener sobre el precio internacional del petróleo. Pero, debido a la extracción de petróleo de esquisto, en años recientes la producción de Estados Unidos se incrementó en 3.5 millones de barriles por día.

Es decir, una cantidad equivalente a la producción total de Irán, y superior a sus exportaciones diarias (de unos 2.5 millones de barriles). Eso contribuyó a reducir el costo que la aplicación de sanciones contra la industria energética iraní podía implicar para la economía mundial.

Pero esa experiencia no es replicable en el caso de Rusia, porque ese país produce unos 10 millones de barriles de petróleo por día, y exporta más de 7 millones.

Además, tanto sus reservas como su producción de gas natural superan el 20 por ciento del total mundial.

Es decir, no hay forma de aplicar sanciones substantivas contra la industria energética rusa sin que estas se conviertan en un bumerán para las potencias occidentales y, en particular, para la Unión Europea (que obtiene de Rusia la mayor parte del gas que importa).

Sin embargo, la crisis en Ucrania recuerda a buena parte de la Unión Europea por qué redunda en su propio interés reducir su dependencia energética de Rusia. Y aunque eso sea imposible en el...

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