CONTRACORRIENTE / Egipto: lecciones no aprendidas

AutorFarid Kahhat

El pasado nunca muere, decía William Faulkner: de hecho, ni siquiera es pasado.

Un reportaje reciente de CNN ejemplificó esa máxima al contrastar dos fotos en apariencia similares: en ambas una multitud atacaba el cuartel en El Cairo de los Hermanos Musulmanes, en respaldo a un jefe del Ejército que los tenía por enemigos. En ambos casos, ello marcaba el inicio de una campaña para marginar al islamismo de la política egipcia.

El problema es que entre una y otra imagen median cerca de 60 años: la primera es una foto de 1954 y el jefe del Ejército era entonces Gamal Abdel Nasser, la segunda foto es de 2013 y el jefe actual del Ejército es Abdel Fattah Al Sisi. La pregunta cae por su propio peso: ¿por qué Al Sisi espera tener éxito allí donde Nasser fracasó?

Después de todo, tras más de medio siglo de dictadura militar, los Hermanos Musulmanes fueron la fuerza política más votada en todas las elecciones celebradas en Egipto desde 2011. Tal vez la respuesta sea precisamente que esos triunfos electorales los llevaron por primera vez al Gobierno, y una vez allí demostraron una ineptitud y un apetito de poder superlativos. No en vano la aprobación presidencial de Morsi durante su año de gobierno cayó desde un encumbrado 77 por ciento, hasta un abismal 26 por ciento.

Pero si se trataba de poner coto a los errores y desmanes de los Hermanos Musulmanes, el curso de acción de menor costo era sentarse y esperar a que las elecciones parlamentarias programadas para octubre les infligieran (como sugerían diversos indicios), una derrota monumental. Ello hubiera ahondado las fisuras que ya existían dentro del islamismo (recordemos que el partido Al Nur, segunda fuerza islamista de Egipto, respaldó inicialmente el golpe contra Morsi), suscitando un debate interno sobre las razones de la debacle. A su vez, ese debate podría haber fortalecido a los sectores más pragmáticos del movimiento, interesados en buscar soluciones prácticas para los problemas cotidianos (conscientes de que el mantra "El Islam es la solución", no brindaba mayor orientación en la materia).

En lugar de esa posibilidad, el golpe de Estado y (sobre todo) la brutal represión a la que dio lugar, unieron a los islamistas y desplazaron el centro del debate de los errores y desmanes que los Hermanos Musulmanes cometieron en el gobierno, hacia el despojo y el martirio de los que ahora son víctimas. Lo cual fortalece a los sectores más intransigentes del movimiento islamista, y les provee del aura...

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