CONTRACORRIENTE / El sueño (de opio) de la casa propia

AutorFarid Kahhat

Un tiempo antes de convertirse en presidente de la reserva federal de los Estados Unidos, Alan Greenspan publicó un ensayo en el que desestimaba como un "mito colectivista" la idea de que, librados a su propia suerte, los hombres de negocios podrían coludirse antes que competir, actuando así en detrimento de los intereses del consumidor.

Según Greenspan, en una economía de mercado "redunda en el interés de cada hombre de negocios tener la reputación de brindar un trato justo y un buen producto".

El problema con esa opinión no es que sea falsa, sino que es verdadera sólo bajo determinadas circunstancias.

Como señala el Nóbel de economía Amartya Sen, "No existe 'el resultado del mercado' más allá de las condiciones que rigen los mercados, incluida la distribución de los recursos económicos y de la propiedad".

Idea que, por lo demás, suscribían los clásicos de la economía, desde Adam Smith hasta Paul Samuelson. Por ejemplo, la ausencia de una regulación adecuada en materia de conflictos de intereses y la presencia de incentivos perversos en materia de gobierno corporativo permitieron años atrás fraudes masivos como los de Enron y World Com.

Para entender la lógica detrás de esa conducta habría que recurrir a una cita de otro clásico (del humor, no de la economía), de apellido Marx (Groucho, no Carlos): "El secreto en los negocios es la honestidad y el trato justo. Si puedes fingir ambas, lo lograste".

Los ejecutivos de Enron, por ejemplo, recibían parte de su remuneración en acciones de la empresa, y decidieron fraguar utilidades contables que en realidad no existían.

Los accionistas no se enteraron de ello por que los auditores externos encargados de develar esas prácticas (firmas contables como Arthur Andersen), eran a la vez consultores de Enron, lo que les daba una razón para ser complacientes con la "Contabilidad Creativa" de la compañía.

Cuando el hecho se hizo de dominio público, los ejecutivos ya habían vendido a un buen precio acciones que ahora no valían nada.

A juzgar por la actual crisis inmobiliaria en Estados Unidos (y la subsecuente crisis bancaria), poca agua ha pasado bajo los puentes desde entonces.

Bajo el sugerente título de "¿Qué estaban fumando?", una reciente edición de la revista "Fortune" colocaba en cubierta los rostros de varios ejecutivos destituidos de connotadas firmas de Wall Street, junto a las cantidades de dinero que tuvieron a bien perder para la empresa.

Pero parafraseando al ex Presidente Clinton, podría...

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