CONTRACORRIENTE / ¿A la tercera va la vencida?

AutorFarid Kahhat

Ya son tres los documentos sobre lo que cabría esperar de un gobierno suyo que hace públicos el candidato presidencial peruano Ollanta Humala. Cada uno de ellos representa un paso hacia el centro del espectro político en comparación con su antecesor. La pregunta que no pocos se formulan es si la secuencia supone un cambio genuino o una maniobra para seducir incautos.

El psiquiatra y psicoanalista Moisés Lemlij sentencia al respecto en una entrevista lo siguiente: "No creo en cambios de planes oportunistas". Dado que no soy psiquiatra ni psicoanalista no intentaré escudriñar en la mente de Humala, y me limitaré a señalar que su trayectoria política y lo tardío del cambio son razones válidas para dudar de sus intenciones. Pero lo mismo podría decirse de su rival, Keiko Fujimori, y en ausencia de un peritaje psiquiátrico sólo cabe especular sobre las intenciones de los candidatos.

Dado que no podemos llegar muy lejos por esa vía, sugiero abordar el problema prescindiendo de presunciones sobre lo que pasa por la cabeza de los candidatos. Intentemos en cambio identificar las oportunidades y restricciones que podría establecer el entorno sobre su conducta en el Gobierno. Lemlij hace precisamente eso en la entrevista antes mencionada, y llega en mi opinión a la conclusión equivocada: que es Fujimori quien tiene menos probabilidades de cometer abusos de poder en caso de llegar al Gobierno.

Una razón por la que esa sería la conclusión equivocada es la actitud de los poderes fácticos: los empresarios, los medios de comunicación, y la jerarquía eclesiástica respaldan en lo esencial la candidatura de Fujimori. Los WikiLeaks, entre otros hechos, sugieren que el Gobierno de los Estados Unidos coincide con esa preferencia. Algunas propuestas de Humala (como la de implementar las recomendaciones de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación), son anatema para el alto mando militar. Cabe imaginar a esos actores siendo complacientes con la conducta de un Fujimori en el Gobierno (como lo fueron en la década de los 90). La reedición de experiencias como las de Guatemala en 1993 (donde las instituciones del Estado de derecho cerraron filas contra el intento de golpe del Presidente Serrano), la de Ecuador en 1997 (donde el Congreso destituyó al Presidente Bucaram), o la de Honduras en 2009 (donde un golpe de Estado derrocó al Presidente Zelaya, aliado de Chávez), parecen escenarios más probables en caso de un intento de perpetuación en el cargo por parte de...

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