DE CONVICCIÓN LIBERAL / Descomposición política

AutorRoberto Newell

La situación actual me recuerda las circunstancias de Venezuela en 1998, cuando los votantes eligieron a Hugo Chávez. Una gran proporción del electorado estaba tan fastidiada con los políticos tradicionales que muchos prefirieron abstenerse; los políticos tradicionales estaban tan desprestigiados que las bases les dieron la espalda a los candidatos que representaban los partidos tradicionales, optando en vez, por candidatos con ofertas políticas anti-sistémicas y heterodoxas. El descontento también causó que los votantes estuvieran dispuestos a elegir un candidato que claramente no estaba calificado para gobernar y cuya propuesta principal fue la promesa de actuar como un catalizador de cambios disruptivos.

En ese entorno resultó fácil para actores ajenos aprovechar las divisiones políticas, inflamando las pasiones políticas con argumentos y mensajes en contra de la continuidad y a favor de la disrupción y la implantación de experimentos políticos extremos.

Si llegaron hasta aquí pensando que en los párrafos anteriores hablaba de México, se equivocaron. Hablaba de EUA, aunque también podría estar hablando de España, Grecia, Italia, Ecuador, Colombia o México.

La descomposición política es el signo de nuestros tiempos. Sería tedioso repasar la larga lista de países cuyas poblaciones apoyan movimientos políticos reaccionarios, demagógicos y populistas.

Se pusieron de moda los experimentos políticos estúpidos. Como ganado destinado al matadero las poblaciones de muchos países, incluyendo el nuestro, caminan mansamente a la cita con el carnicero.

Está de moda comparar a López Obrador con Chávez, quizá porque haya quien piense que las comparaciones con el demagogo venezolano son más ilustrativas y realistas que las comparaciones con el demagogo americano. Pero, seamos claros, la naturaleza de las propuestas de López Obrador se parecen mucho a las promesas que hizo Trump en su campaña. En los dos casos hicieron ofertas huecas y mentirosas pero que tenían la virtud de apelar al segmento de votantes insatisfecho.

Trump y AMLO tienen en común que proponen soluciones fáciles a problemas complejos. Los ejemplos abundan: Trump prometió resolver el problema de migración a EUA construyendo un muro que es tan ofensivo como inútil; AMLO promete que si lo elegimos se terminará la corrupción como por arte de magia. Trump lideró la campaña para reducir los impuestos y ahora propone aumentar el gasto público, apostando a que el "dividendo de crecimiento"...

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