DE CONVICCIÓN LIBERAL / Dónde nacen los prejuicios

AutorRoberto Newell

Una conversación reciente con un amigo motivó esta columna. La conversación fue sobre la reacción nacionalista y xenofóbica que ha motivado la migración transfronteriza en Europa y Norteamérica.

Como compartimos cosmovisión, lejos de que entráramos en conflicto, la conversación sirvió para que entre los dos construyéramos una síntesis de las causas de la discriminación étnica y racial que se observa en los dos continentes y en otras partes del mundo, incluyendo México.

Más tarde, cuando tuve acceso a internet, pude confirmar que nuestra interpretación del fenómeno es esencialmente correcta; hay evidencia científica que confirma nuestro punto de vista sobre de dónde provienen las reacciones estridentes, viscelares y estúpidas que expresan tantas personas en tantos países.

Resulta que los prejuicios son un defecto que comparte toda la humanidad. Estudios de resonancia magnética del funcionamiento de los cerebros, de una muestra amplia y diversa de personas, muestran que la amígdala se activa cuando los sentidos perciben la presencia de una persona ajena al tipo racial de la persona cuyo cerebro está siendo analizado.

Esta reacción es natural e inevitable. La función de la amígdala es advertirnos cuando los sentidos detectan una amenaza. Funciona como un centinela que suena la alarma si percibe peligro, instruyendo al cuerpo humano a que se prepare para defenderse.

La amígdala es la misma parte del cerebro que causa que reaccionemos visceralmente cuando vemos una serpientes o araña. Su función era (y es) indispensable para garantizar la supervivencia de los seres humanos. Lo lamentable es que la alarma también suena cuando los sentidos detectan una persona con características físicas diferentes, mandando la señal que se está en la presencia de alguien ajeno al círculo más íntimo y confiable, que puede resultar ser un peligro para la persona.

La intensidad de la respuesta de la amígdala crece conforme maduran las personas. La evidencia científica apunta que el programa en cuestión se activa después de la primera infancia. Durante los primeros meses de vida los seres humanos tienen capacidades de autodefensa muy limitadas.

Pero todo lo anterior no significa que como adultos las personas estén condenadas a asumir conductas negativas hacia todas personas que son diferentes. Otras partes del cerebro (las cortezas prefrontal y orbitofrontal) sirven para interpretar, controlar y atenuar las reacciones viscerales de la amígdala. Estas partes del...

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