Coordenadas / De cómo los mitos pueden hundir a Pemex

AutorEnrique Quintana

Si las reservas potenciales que tiene México en las aguas profundas del Golfo de México se monetizaran al precio promedio del petróleo Maya el año pasado, 40.58 dólares por barril, tendríamos un valor total de 1 billón 217 mil millones de dólares.

Esta cifra es equivalente a 38 veces la factura petrolera por exportaciones del año pasado o a casi seis años de exportaciones totales de México.

Hay dos formas de visualizar esta potencialidad petrolera, pues está lejos de ser todavía realidad.

La primera es pensar que como el petróleo se va a acabar más nos vale no explotarlo y, por lo tanto, debemos tener una política conservacionista que prácticamente deje intocables los yacimientos de las aguas profundas del Golfo de México... para que el petróleo no se nos acabe.

La segunda es pensar que el petróleo tiene un valor económico finito y que tarde o temprano va a dejar de ser una opción energética, por lo que más nos vale aprovecharlo cuando todavía su precio multiplica hasta por 5 veces el costo de extraerlo.

La primera opción apunta a no preocuparse demasiado por buscar los recursos y la tecnología para extraer el recurso en las áreas en las que hay más potencial, como en la zona de aguas profundas en el Golfo de México.

Bajo esta lógica, sería lo de menos que cambiaran o no las reglas del juego para que Pemex pudiera asociarse con quienes tienen la tecnología y se aprovechara el potencial energético de la zona.

En la segunda visión, el tema de la reformulación del marco jurídico para que Pemex pueda aprovechar esas reservas se convierte en un tema de urgencia.

No hay en el mundo -por lo menos en el mundo de los negocios lícitos- actividad más rentable hoy día que la extracción de petróleo. Nada permite multiplicar por 5 veces su costo cuando se vende.

Esto genera rentas, es decir, ganancias extraordinarias que por su naturaleza van a ser temporales, así duren un lapso prolongado.

A mi parecer, la manera más inteligente que tendríamos como país de aprovechar esas rentas sería convertirlas de su origen finito a una fuente de riqueza que pudiera crecer por sí misma, como en el talento que se forma con educación de calidad.

El problema es que para poder asignar esas rentas, primero hay que generarlas. Y para generarlas hay que contar con recursos y tecnología.

Sería un suicidio económico pretender que en México vamos a desarrollar por nuestra propia cuenta la tecnología para poder hacer explotaciones masivas en aguas profundas. Quizá cuando se...

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