La Corte, hora crucial

AutorVíctor Fuentes

"Señores, necesitamos un Presidente". Juan Díaz Romero le recordó ese detalle a los otros diez abogados reunidos por primera vez, el 1 de febrero de 1995, en el antepleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Unas semanas antes, el presidente Ernesto Zedillo había iniciado su sexenio con una reforma Constitucional que dejó sin trabajo a 26 ministros de la Corte, redujo a 11 el número de integrantes, y dejó la administración del resto del Poder Judicial Federal en un Consejo de la Judicatura.

"Fue una reforma impactante para todo el Poder Judicial, se iban todos los ministros, ¿qué iba a pasar?", recuerda ahora el ministro Juan Silva Meza, en esa época magistrado de circuito.

"El día del último informe del presidente Ulises Schmill, a finales del 94, a mí me invitaron al informe, venimos y era un ambiente de una Corte que era su último día de trabajo, era un ambiente muy raro, muy pesado".

Los 11 nuevos ministros, postulados por Zedillo y seleccionados de una lista de 18 por el Senado, sólo incluyeron a tres sin carrera judicial y a dos de la anterior integración: Díaz Romero y Mariano Azuela Güitrón, dos jueces bajitos de estatura, profundamente conservadores, y admirados en el Poder Judicial por su dominio enciclopédico del juicio de amparo, que era casi lo único que resolvía la Corte.

Los nuevos ministros votaron en privado para Presidente. Vicente Aguinaco, de 75 años, ganó 6-5 a Juventino Castro, de 76. El penalista veracruzano Humberto Román Palacios sugirió elegir a Aguinaco por unanimidad en la sesión pública.

La nueva Corte no podía nacer dividida.

Han pasado casi 21 años, y el próximo 30 de noviembre, Silva Meza y su colega y amiga de juventud Olga Sánchez Cordero se retiran de la Corte al expirar sus nombramientos.

Con esas salidas, ya no quedará ninguno de los 11 ministros que en enero de 1995 dieron inicio a la nueva época en la Suprema Corte, luego de la gran reforma al Poder Judicial.

Siete se retiraron entre 2003 y 2012, y dos más murieron en ejercicio de su puesto.

La Corte del 95 sigue en el mismo edificio de Pino Suárez, en 2015, pero para fines prácticos, ya es un mundo totalmente distinto.

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"Zedillo fue absolutamente respetuoso de la autonomía de la Corte, absolutamente respetuoso", coinciden Silva y Sánchez Cordero, entrevistados en octubre, en oficinas donde ya todo está empacado para la mudanza.

Pese a ello, ambos ministros se llevan como recuerdo de los casos de mayores presiones dos que se litigaron en tiempos de Zedillo.

Según Silva Meza, la única vez en estos años que un Presidente argumentó personalmente un asunto ante todos los ministros fue en 1998, durante el célebre debate por el anatocisimo. Los amparos de deudores de la banca que buscaban anular sus contratos, alegando que el cobro de intereses sobre intereses era ilegal, habían crecido como bola de nieve en los tribunales, y la Corte debía aclarar el criterio aplicable.

"Nos vio uno por uno, con unos comió, a otros los vio en su oficina. Yo le dije a Aguinaco que pensaba que se estaba dramatizando demasiado, que no podía ser que esto fuera el final del Estado Mexicano", recuerda Silva Meza.

En la Primera Sala de la Corte, había mayoría de 3-2 por darle la razón a los deudores, pero Juventino Castro frenó la votación. "Es un asunto de Estado, se tiene que ir al Pleno", les dijo a sus colegas. En el Pleno, con la Corte cerrada y asediada por miles de inconformes, los deudores perdieron 9 a 2.

Sánchez Cordero, en 1999 enfrentó la primera controversia constitucional del Congreso contra el Ejecutivo. Los diputados querían acceso a los detalles del Fobaproa, un fideicomiso protegido por el secreto fiduciario.

"Lo litigaron mucho, la Consejería Jurídica, la Procuraduría Fiscal, en su derecho, cada parte litiga sus argumentos, insistieron una y otra vez que ellos no podían entregar los fideicomisos a la Cámara de Diputados, pero yo les dije que la ley secundaria no podía estar por encima de la Constitución", relata la ministra.

En todos estos años, el discurso de los ministros siempre ha sido el mismo: el Ejecutivo no se mete, y aquí cada quién vota como quiere.

De hecho, Silva jura que tuvo mucho más presiones cuando era magistrado de circuito y liberó al columnista Mario Anguiano Matarili, encarcelado en 1993 por el entonces procurador Jorge Carpizo.

'Vamos a la Corte'

Las controversias constitucionales y acciones de inconstitucionalidad, reglamentadas en la reforma de 1994-95, le dieron a la Corte un papel protagónico como árbitro de disputas entre órganos y niveles de gobierno.

"Vamos a la Corte", se volvió la frase favorita, lo mismo de alcaldes peleados con el gobernador, que de legisdores ansiosos de un pleito con el Presidente en turno.

Pero fue otra facultad la que más le complicó la vida a la Corte: la de investigar violaciones graves a las garantías individuales, dormida durante décadas en la Constitución y revivida por Zedillo tras la matanza de Aguas Blancas, Guerrero, en 1995.

Aguas Blancas fue un éxito resonante para la Corte, que...

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