La costosa repatriación de cuerpos

AutorEstefania Escobar

Al dolor de perder un ser querido en su trayecto al norte del continente, se suma lo costoso que es repatriar el cuerpo para ofrecerle un entierro digno.

Las familias de los migrantes salvadoreños que mueren en la búsqueda del sueño americano enfrentan la necesidad de volver a reunir miles de dólares, en pocos días, para repatriar a sus seres queridos.

Es el caso de don Darío Escobar, quien pagó alrededor de 4 mil 100 dólares para repatriar los restos de su hija, María Senaida Escobar Cerritos, fallecida el 14 de junio por una bala disparada presuntamente por efectivos de la Policía Federal en Agua Dulce, Veracruz.

"A mí ningún Gobierno, ni de México ni de El Salvador, me ha ayudado. Hablamos a través de los medios a ver si me podían ayudar con cualquier cosa (pero no hubo respuesta)", explica a REFORMA el padre de la víctima de 19 años.

Don Darío, de 58 años, pagó 4 mil dólares iniciales a los polleros que llevarían a su hija hacia Estados Unidos y, cuando ella completara el viaje, tendría que liquidar el total de 11 mil 700 dólares, lo que nunca sucedió.

Senaida, la más chica de siete hermanos, partió de su natal Sensuntepeque, la cabecera del departamento de Cabañas, por los deseos de superarse, según cuenta su padre. Buscaba, además, reunirse con sus hermanas y con don Darío, a quien no veía desde hacía 9 años.

"La mayoría de (las mujeres que llegan a EU hacen) limpieza de casa, y eso era lo que ella pensaba. Aunque no es gran cosa lo que se gana hoy, de todas formas se supera uno estando allá un poquito", comenta el padre.

Pero el 14 de junio, una de sus tres hijas que se encuentran en Estados Unidos de manera irregular, así como la Cónsul de El Salvador en Veracruz, avisaron a don Darío, quien también estaba como migrante indocumentado, que Senaida había muerto en México, por lo que era necesario que éste retornara a su país para repatriar los restos de la joven.

"Su mamá no podía recibir el cuerpo porque ella padece una enfermedad en que un tiempo se quedó como paralizada", sostiene Escobar.

"Al principio, la funeraria que la recogió me habló y me dijo que si yo no hacía el mérito por traérmela (el cuerpo de su hija a El Salvador), ellos me la podían tirar a una fosa común. Entonces les dije: 'Yo voy a hacer todo lo posible, todo lo que esté en mis manos para poder llevarla a mi casa a enterrarla. ¡Cómo es posible que me la tiren!'", agrega.

Fue así como el hombre, que se dedicaba a la jardinería en California, tramitó su pasaporte y...

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