Cristalizan la locura

AutorFidel Orantes

Llega la primera llamada de la función y la tranquilidad se interrumpe.

Actores, equipo de producción y asistentes de La Jaula de la Locas entran en una carrera contra reloj antes de que suba el telón.

Tras bambalinas del Teatro Manolo Fábregas, la gente va de un lado a otro afinando los detalles para una función más.

En su camerino, Mario Iván Martínez ya está listo para subirse al escenario.

Sin embargo, el actor pasó más de una hora caracterizándose con la ayuda de dos maquillistas para interpretar a los dos personajes que hace en el montaje.

"Cada función se requieren múltiples exigencias, no nada más la caracterización tan sofisticada en maquillaje, sino adentrarse en la personalidad, la psicología y haciéndole justicia al máximo de tus capacidades.

"Amén de esto, hay que cantar, mantener la voz en forma. Si no calientas, ese momento único en el tiempo que es el teatro no cristaliza", dijo Martínez.

Dan la tercera llamada y la locura incrementa en el área de camerinos. Los actores, como Tomás Moro, Rubén Rodríguez e Ismael Rodríguez entran y salen del escenario para las escenas.

Lo que no alcanza a ver el público es que antes de salir, algunos hacen estiramientos para los números musicales, como "Rímel".

Los artistas se cambian a veces donde pueden; las asistentes ya tienen listo el siguiente atuendo, las pelucas y hasta la utilería.

Unos más afortunados alcanzan a llegar a sus camerinos, corriendo, como Mario Iván, quien lleva casi dos años encarnando a Albin y a Zazá, el travesti estrella del club nocturno que da nombre al montaje.

"En una comedia musical es sumamente pautado todo. Naturalmente, con el avance de las funciones, uno va dominando ciertos cambios con mayor agilidad.

"Pero...

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