La Crónica... / Peluca de rosas frescas

AutorNicolás Sánchez Osorio

Todos se quedaron atónitos. Se les fue el suspiro. Se decían: ¿en dónde estamos?, ¿en París? Y no era un sueño, sino esta gran capital mexicana que siempre sorprende.

Una nueva Ciudad de los Palacios. Hasta Billy Guinnes, acostumbrado desde pequeño a ver los más exquisitos "decors" en Londres y Normandie, donde su padre el inolvidable Loel Guinnes, vivía casado con Gloria Rubio, la distinguidísima y bella tapatía que ocupó por décadas las listas de las diez mujeres mejor vestidas del mundo, se quedó perplejo y dijo: "¡what a wonderful taste!".

Estaba Chez Daniel Liebsohn, en la primera noche de su palacete de Pomona, en plena Roma, donde este joven y dinámico personaje (tiene apenas 34 años, pero ya es el gran maestro de las artes decorativas) logró conjuntar fantasía, buen gusto y arte. Los muros de su residencia están, por así decirlo, retapizados de obras de la pintura mexicana "buena" del 17 y del 18, al igual que de otras obras plásticas del mundo europeo.

Virginia Armella de Aspe, una gran especialista en la pintura mexicana de los siglos 16, 17 y 18, a quien acompañé a hacer el "tour" de la casa, que hace apenas unas semanas Humberto de Santaolalla había fotografiado para las páginas de Casas&Gente, que consagra su portada de abril a Liebsohn, elegantísimo en frac, corbata blanca y chaleco ídem de piqué, posando al lado de un óleo de don Porfirio Díaz firmado por Escudero y Espronceda, artista mexicano del siglo 19.

Me confiaba sorprendida, cómo éste anticuario e interiorista mexicano ha podido reunir a través de los años, unos 20, todas estas pinturas que ella ha visto otrora en las casas de sus amigos.

Desde la entrada se mostraba el espíritu de la noche, y resultaba muy divertido ver el copete de rosas frescas, de más de seis metros de altura, que Alexandre Lemaire y Aurelia de Haut de Sigy habían tejido desde la víspera, en la cabeza de la dama de la corte francesa del siglo 18, busto esculpido en mármol de Carrara, que nos recibía al pie de la gran escalinata, y que parecía espiar a través de los cortinajes de seda veneciana de Irene Salas, la llegada de los 63 invitados de la noche.

Saludé a Clemente y Chacha Serna, Jorge Loizaga y Charlotte les echaban flores: "...tu casa, que maravilla. ¡Qué bien la dejaron!". Los Serna están desde hace un par de años instalados en este bellísimo espacio en Las Lomas, que fue la casa de Memo Rosell, también por ahí, pero sin Wendy, y que para él, cuando todavía estaba casado con Jana Jaffe...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR