El Cuaderno Verde

AutorJosé Gordon

Venimos corriendo y corriendo

por una larga pista de siglos y de obstáculos.

De vez en vez, la muerte.

... ¡el salto!

León Felipe

En una escena de la película titulada Nacimiento, la hermosa actriz Nicole Kidman se relaja en una tina cuando de pronto aparece un niño de 10 años. "¿Qué haces aquí?", pregunta ella. "Estoy mirando a mi mujer", responde calmadamente el muchacho.

La Kidman interpreta a una neoyorquina cuyo esposo murió de un ataque al corazón justamente 10 años atrás. Poco a poco se ha recuperado del dolor de la pérdida. Ha encontrado a otro hombre con quien planea casarse. Todo parece que toma nuevamente su cauce, pero el día de la fiesta de compromiso llega un niño de mirada seria para decirle ni más ni menos que él es su marido muerto. Le da una serie de datos que comprueban que la conoce íntimamente, que sabe todo sobre ella. Le pide que cancele la boda. Ella se enoja, después se asusta. Su dolor resurge, pero al mismo tiempo comienza a desear la compañía del niño.

En una vuelta de tuerca nos enteramos que ese niño es la proyección de una pena que todavía no termina. Encarna los sentimientos de la familia sobre el estado vulnerable y precario que sigue viviendo ella. Aunque el niño finalmente es resultado de una obsesión fantasmal, flota en el aire la pregunta: ¿Será posible comunicarse con alguien que ya murió? ¿Hay vida después de la muerte?

Ante esta interrogante existen dos creencias: No hay absolutamente nada o hay una suerte de reencarnación. Me quedo con la respuesta de mi amigo Ignacio Solares en el título de un libro de relatos: Muérete y sabrás.

Caballos sin memoria

El poeta León Felipe decía que los seres humanos somos como caballos sin memoria. No nos acordamos de la última valla que hemos saltado. "Vamos de tumbo en tumbo dando brincos y vueltas entre pañales y sudarios", escribía el autor de Ganarás la luz. ¿Se puede dar testimonio de la comunicación entre esos saltos? Un amigo me comentó que su abuelo había quedado en transmitirle, después de su muerte, una clave inequívocamente acordada. El abuelo murió hace varios años y sigo esperando, me dice mi amigo.

El escritor Aldous Huxley también se preguntó en vida sobre esta posibilidad. ¿Podría después de morir darle una señal a su mujer? ¿Podría entablar contacto con ella desde la otra orilla?

El testimonio en este caso es ambiguo, tal vez el fantasma de un deseo, pero vale la pena consignarlo. En el libro Este instante eterno, Laura Archera Huxley describe los...

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