El Cuaderno Verde / La santidad anónima

AutorJosé Gordon

Se dice que cruzan inesperadamente nuestros caminos. Es difícil imaginar que se trata de personas que viven la santidad. La convención nos dice que se deben ver como en las estampas religiosas: con un halo que subraya la bondad. ¿Quién no respeta a un santo si ya está sancionado como tal y tiene pinta de santo?

Lo difícil es ver la santidad donde menos esperamos encontrarla. En la tradición espiritual bizantina, por ejemplo, se habla de hombres que ocultan su santidad tras el disfraz de la locura. En la literatura rusa aparece la figura del yurodivi o "loco santo" como portador de una verdad que se expresa en forma irónica. Tolstoi describió a este tipo de personajes en su narrativa. En sus memorias habla del encuentro en su niñez con un hombre que era considerado por algunos como un pordiosero holgazán, mientras que otros sentían que su sola presencia dispensaba bendiciones.

Mi amigo Armando Pascacio me contó de una mujer que de manera inocente le abrió un atisbo de la santidad anónima, la que se esconde en medio de una vida en donde no sospechamos algo fuera de lo común. Ella tenía 85 años. Le llamaban Amadita. Se dedicaba a lavar ajeno (es irresistible subrayar el apunte simbólico de dicha tarea). Era una mujer muy bondadosa. A esa edad adoptó a un niño de cinco años que encontró en la calle. Milagrosamente, sola y sin recursos, lo sacó adelante. De manera inesperada siempre le llegaba lo necesario. A mi amigo le conmovía su sencillez, inocencia e ingenuidad. Podía pasar por tonta. Un día ella le hizo una pregunta que lo dejó perplejo:

"Oye, Armandito. Fíjate que ayer me agarró de sorpresa una lluvia tremenda cuando estaba en la calle. Cuando me subí a la combi me di cuenta de que mi ropa estaba seca. ¿Por qué? ¿Cómo es posible?".

'Lamedvavniks: los 36 justos'

El novelista Elie Wiesel señala que una tradición judía propone que en toda generación existen 36 hombres justos que sostienen al mundo. Se les llama Lamedvavniks. Esta expresión proviene de la suma de la letra Lamed (L) que en hebreo tiene el valor numérico de 30 y la letra Vav (V) que equivale a la número seis. Dice Wiesel: "No necesariamente sabemos quiénes son. De hecho, ellos no necesariamente saben lo que son. Así, cualquier persona que encuentras, aquel con quien hablas, tal vez quien está sentado a tu lado, podría ser uno de los 36 justos".

En las leyendas...

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