EL CUADERNO VERDE / Un testimonio frente a la muerte

AutorJosé Gordon

El dolor de la enfermedad terminal es muy grande. El 6 de mayo, mi amiga Betty Aboulafia envía a sus allegados, por correo electrónico, el testimonio de las fases que atraviesa. Empieza por la negación:

"Tuve un sueño donde me veía como la mujer frente al espejo de Picasso. El primer periodo fue una apertura a la sabiduría. Al principio, casi inmediatamente, empecé a entender cosas del ser humano. Me volví más compasiva, comencé a comprender. Me di cuenta que toda la gente tiene sufrimiento.

"Hay gente que no puede afrontarlo, que me veía siempre independiente, en la lucha, y de pronto, quebrantada, con joroba, no me podía levantar.

"Otras personas lo vieron como una oportunidad para ellos, para crecer.

Vinieron unas visitas que me dijeron, 'Nosotros te conocemos como eres' y yo pensé, 'Yo ya no'. Ya no recuerdo como era antes.

Betty es descendiente de Abraham Aboulafia, el gran cabalista del siglo XIII quien era llamado El Maestro de los misterios. Betty se dedica a aliviar el dolor. No entiende lo que pasa. Escribe sobre la siguiente fase que confronta. El término es enojo:

Una shamana en San Diego le dijo a una amiga que las personas que trabajan en sanación les pasa esto para poder entender el dolor. Siempre he estado del otro lado, del que aliviaba el dolor. Yo le quitaba el dolor a otros. Es a lo que me he dedicado. Creí que no me tocaba estar del otro lado. El dolor es algo que no te deja vivir, es algo de lo más duro que podemos enfrentar. Nunca antes había tenido dolor.

La ocurrió en diciembre. La denomina negociación Escribe en el mismo correo electrónico que -de forma inesperada- ella que siempre vivió al día, recibía atenciones que nunca imaginó. Tenía apoyo económico sin reservas, enfermera, asistencia a diario, vitaminas, flores, regalos, presencia, pero había un difícil precio que pagar.

Después sobrevino la depresión que estuvo latente en su vida desde una infancia difícil, marcada a los cuatro años por la muerte de su padre. espíritu de lucha la sacó adelante. Ahora venía esto, a los 55 años, cuando ella pensó siempre que moriría viejita. Tenía que confrontar la prueba más difícil: la aceptación.

Escribe Betty

"Ha sido muy duro. Sufrí mucho. Ya no estoy aferrada a la vida. En enero comprendí que me iba a morir, y empecé a elaborar mi duelo a través de la gente, a verbalizar, a cerrar pendientes de cosas materiales, del afuera (...) En enero tuve la certeza y me convertí en la mejor alumna del Dalai Lama, fui soltando...

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