Cuaja Castella faenón

AutorJosé Luis Ornelas

La clase y calidad se han encontrado en el ruedo capitalino cuando un novillero francés y un novillo mexicano han compartido el emotivo episodio de conjuntarse para realizar una soberbia obra taurina.

"Apasionado" de Real de Saltillo saltó a la arena y ahí estaba Sebastián Castella. Muy pronto le encontró la distancia y entiende a la perfección al nobilísimo novillo. Con la muleta en la mano derecha se da a torear con inspiración, tan sólo girando las zapatillas para hilvanar cada uno de los bellos muletazos rematados señorialmente con el de pecho. El novillo va a más, embistiendo con clase y codicia, por lo que el novillero se lleva la muleta a la izquierda y torea al natural con pulcritud y largueza hasta hacerlo en redondo, siempre con temple y mando. En plena faena, los tendidos albean solicitando el indulto para el extraordinario novillo, pero no es concedido por el juez Dávila. Corona Castella su magnífica labor con estocada recibiendo y teniendo que hacer uso del descabello, corta tan sólo una oreja, por una faena que bien merecía mayor reconocimiento.

Con su primero estuvo bien, mostrando apenas la clase que posee y dejando claro que su toreo habría de gustar en la México.

José Rubén Arroyo ha dejado una media verónica que ahí quedó. Su enigmática personalidad se ha explayado al torear de muleta al quinto. Nos ha regalado instantes de torerismo auténtico lo mismo en dos trincherazos con exquisitez inaudita, que al correr la mano con dramatismo que proyecta un extraño sentimiento...

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