El cuerno y la culpa

AutorVíctor Juárez

La imagen tenía algo de espeluznante: un estudio de una universidad australiana sugería que el uso prolongado de smartphones es la causa de excrecencias óseas; cuernos en la nuca de los millennials, producto de la posición inclinada y constante de sus cuellos.

Lejos de ser una noticia clickbaitera o uno de esos exóticos links que también son portales hacia las zonas más inexplicables del internet, se trató de un reporte que The Washington Post hizo sobre dicho estudio y que de inmediato causó revuelo.

¿Cuernos traseros en los millennials? El fundamento científico de la noticia bastaba para entregarse al asombro, pero el lenguaje utilizado contenía mayores implicaciones, entre juguetonas e insidiosas, que las redes se encargaron de avivar.

"Aparentemente, los millennials sí SON malvados", tuiteó alguien.

Padecer una deformidad como castigo por un acto prohibido o como espejo de una personalidad retorcida es, sin duda, uno de los mayores motivos de la narrativa humana: literalmente, Ricardo III tiene una espina retorcida, como su alma, cuya consciencia le mueve a cometer atrocidades.

Con García Márquez, el último del clan de los Buendía cumple con una profecía llena de deshonra e incesto y nace con una pequeña cola de cerdo que es al mismo tiempo el anuncio para el fin de los tiempos.

Sin tardanza, la conexión entre actos culposos y ciencia ha dado resultados igual de escalofriantes que los avances y descubrimientos en ciencia atómica y genética sofisticaron, como la teletransportación en "La Mosca" o las hibridaciones del Dr. Moreau (ambas historias surgidas de la literatura y traducidas al cine).

Pese a ello, un ángulo mucho menos tenebroso y probablemente más preocupante para nuestra realidad es el de los cambios, sean estos deformidades o no, que la tecnología ha de traer poco a poco y que aún es muy pronto para comprobar. La monstruosidad habrá de encontrarnos pacientemente.

En 2014, Juan Villoro reflexionó sobre el uso reciente que damos a los pulgares gracias a los smartphones. En su caso, el texto reivindica en la torpeza de la escritura de estos "dedos regordetes" la necia reafirmación de lo humano frente al desarrollo...

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