Cumbre con cimas y simas

AutorJavier Oliva Posada

En el proceso de surgimiento y fortalecimiento de bloques de naciones y de regiones geopolíticas, los frecuentes intercambios de opiniones entre los dirigentes, en eventos como la VI Cumbre de Las Américas realizada en Cartagena, Colombia, los días 14 y 15 de abril, permiten acercamientos informales en las salas y pasillos aledaños al foro principal. Muchos de esos encuentros no se ven reflejados en los documentos, relatorías o conclusiones. Incluso, deben pasar varias semanas o hasta meses, para observar resultados concretos.

Sin embargo, lo común es que haya una declaración al concluir el evento en donde se plasman los acuerdos, por mínimos que sean, además de plantearse los compromisos a cumplir para el siguiente encuentro. En esta ocasión, de forma paradójica, no hubo acuerdo alguno pero sí hubo el tratamiento de temas inéditos con respecto a las anteriores cumbres continentales. Uno de ellos fue la disposición para abordar de forma sistemática y con apoyos institucionales nuevas estrategias en la lucha contra el narcotráfico y la delincuencia organizada, incluyendo el estudio de las opciones para flexibilizar la producción y consumo de drogas.

Además de la elevación en las exigencias para la presencia de Cuba en la siguiente reunión, hubo expresiones cercanas a la unanimidad a propósito de la necesidad de que Estados Unidos asuma un papel más activo y, por tanto, responsable en tanto principal consumidor de drogas y, a la vez, productor de armas en el mundo. De acuerdo con el Informe Mundial de las Drogas (2011) de la ONU, el 13.7 por ciento de la población de Estados Unidos consume marihuana de forma regular, contra el 12.6 por ciento de Canadá y 1 por ciento de México. Por lo que hace a los adictos a la cocaína, en Estados Unidos representan el 2.4 por ciento; 1.4 en Canadá y 0.4 en México. Pero si esos números, tan sólo de Estados Unidos, se traducen a cifras absolutas, éstas representan un exorbitante mercado de 42 mil 470 millones de consumidores habituales.

Con esos significativos datos, es comprensible por qué ni la violencia, ni el consumo, ni el lavado de dinero han disminuido en los últimos años. Sí en cambio, el notable aumento en la presencia de las Fuerzas Armadas en la mayor parte de los países latinoamericanos ha sido el único dique confiable para aminorar el acelerado deterioro en la confianza ciudadana respecto de la capacidad de los gobernantes para salir airosos de tan complejo desafío, como es la lucha contra el...

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